Las elecciones de 1952 y el clientelismo en la política panameña

En 1952, la candidatura presidencial del coronel José Antonio Remón fue respaldada por una hábil estrategia política, manipulativa y clientelista, que marcó el modo de hacer campañas en el país

En el transcurso de la campaña política de este 2019, son muchas las ocasiones en que se ha escuchado a los panameños preguntar el origen de la deformación de los  procesos democráticos  por medio de arraigados vicios como el clientelismo y la compra de votos. 

Son preguntas que hacen recordar a la magistral novela «Conversación en la Catedral», en la que el personaje de Zavala o «Zavalita» se lanza a repasar la historia de su país en busca de una respuesta a la duda que lo inquieta: ¿en qué momento se jodió el Perú?

Probablemente en Panamá, como concluirán los personajes de la obra del genial Mario Vargas Llosa, el germen de la corrupción vino inserto en las entrañas históricas y culturales del país. Sin embargo, es innegable que algunos episodios marcaron un giro hacia peor (como sin duda otros lo marcaron hacia mejor).  

Si hiciéramos un ejercicio similar en la historia electoral panameña, veríamos que desde las mismas  elecciones de 1906 y 1908, los panameños pedían a los estadounidenses que pusieran orden en las disputas del patio, lo que se arraigaría en prácticas intervencionistas durante las décadas siguientes.

Si habláramos de la intervención militar en los procesos electorales, en el año 1940, como en ocasiones previas, la Policía Nacional intervino claramente a favor de su candidato favorito,  disolviendo manifestaciones opositoras,  persiguiendo a los líderes políticos e incluso obligando a uno de los candidatos presidenciales, el honorable Ricardo J. Alfaro, a renunciar.

En el año 1948, la Policía Nacional  apoyó abiertamente la candidatura de Domingo Díaz Arosemena  en detrimento de Arnulfo Arias Madrid y se dice que hasta defendió un fraude electoral que colocó al septuageniario político en el Palacio de las Garzas.  

¿Fue alllí Zavalita? ¿Fue allí? No. Vendrían episodios aun más oscuros.  

Sin duda, hubo una campaña que dejó huellas como una de las más manipulativas de la historia nacional, en la que fue institucionalizado el clientelismo y, sobre todo, el cambio de votos por bienes materiales.

Se trata de las elecciones de 1952, en la que se enfrentaban los candidatos y primos el coronel José Remón Cantera y el empresario y político Roberto Chiari Remón.

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LANZAMIENTO

Cuando lanzó su campaña para la presidencia, en octubre de 1951, el coronel José Antonio Remón tenía apenas 43 años de edad, pero le  precedía un largo camino como uno de los grandes protagonistas de la escena nacional.

Después de hacer carrera en la Policía Nacional, fue nombrado comandante en 1947, bajo la presidencia de Enrique A. Jiménez.

Sería entre los años 1948 y 1951, cuando asumiría máximo protagonismo del país al convertirse en el «hombre fuerte» y árbitro indiscutible de la política, ganándose el apodo de «el que quita y pone presidentes a su antojo”.

La fama estaba bien ganada. En 1949, había protagonizado uno de sus primeros grandes escándalos, cuando se negó a aceptar la destitución ordenada por el presidente Daniel Chanis, y en su lugar, amenazó con sacarlo a este a balazos del Palacio de las Garzas.

Chanis, quien era un novato en  política nacional y solo llegó a gobernar brevemente tras el deceso del presidente Domingo Díaz,  tomó la decisión de sustituirlo tras darse a conocer una serie de  investigaciones periodísticas y de la Asamblea Nacional revelaron  que revelaban la conexión de Remón con negocios turbios  relacionados con la carne y el Abbatoir.

Pero el comandante, seguro de su poder como jefe de una policía reorganizada, fortalecida y armada por los estadounidenses, decidió no dejarse mandar por el presidente.

En lugar de dar ocasión a un derramamiento de sangre, Chanis optó por renunciar, dando paso al vicepresidente Nino Chiari, pero, apenas horas después,  la Corte Suprema de Justicia objetó la movida, por considerar que la renuncia de Chanis no era válida, pues había sido hecha por la presión del comandante.

Decidido a no dejarse intimidar, Remón resultó sumamente creativo: ordenó un recuento de votos de las elecciones realizadas dos años antes. El resultado fue el que había esperado la ciudadanía desde el principio: en 1948 no había ganado Domingo Diaz sino Arnulfo Arias.

Pero Arias tampoco duraría mucho tiempo en el Palacio presidencial. Apenas un año y medio después,  fue destituido por la Asamblea Nacional y la Corte Suprema de Justicia, por extralimitación de funciones. Para implementar la orden, Remón lanzó un ataque armado contra el Palacio de las Garzas.

Meses después, el comandante anunciaba que no quería ser «policía toda la vida», y anunciaba su candidatura.

En octubre de 1951 en una concentración realizada en la provincia de Los Santos, fue postulado. 

Su pasado oscuro quedaba atrás. 

CAMPAÑA DE REMÓN

En el año 1952, la situación económica  del país era caótica. Después de la bonanza impulsada por la II Guerra Mundial,  cuando Panamá llegó a gozar de empleo pleno (una tasa de desempleo de 1.2%), la economía inició un periodo de deterioro.  En 1951, el desempleo había subido al 12%, siendo aun más alto en las ciudades de Panamá y Colón, donde los obreros habían quedado cesantes tras el final de la guerra.

El saliente presidente  Alcibiades Arosemena (quien sustituyó a Arnulfo Arias) reconocía que la situación empeoraba en lugar de mejorar. El desempleo aumentaba, los depósitos bancarios declinaban; menos cantidad de dinero circulaba, las ventas al por menos disminuían. El gobierno se vio obligado a recorgar la mayor parte de los proyectos de inversión y disminuyó los salarios de las empleados públicos.

En este ambiente de precariedad económica, y en plena Guerra Fría, el pueblo se organizaba, y se manifestaba a través de protestas, marchas, manifestaciones y  huelgas. Era el tiempo de la Federación de Estudiantes de Panamá, del Magisterio Panameño Unido, del Frente Patriótico de la Juventud. La clase obrera se organizaba, pero los legítimos movimientos de reinvindicación eran etiquetados ( a veces a manipulativamente) como infiltración comunista.

Con su pasado militar, Remón se presentaba como el Eisenhower criollo, y se proclamaba como «el único capaz de salvar al país del caos que provocaban los comunistas».

El comandante tenía el apoyo de la Policía Nacional, un cuerpo que le era fiel – él mismo lo había renovado, mejorando los salarios y el orgullo e identidad de sus miembros-.

También tenía el apoyo de algunos de lo grupos políticos y económicos poderosos del país, agrupados en la Coalición Patriótica Nacional, formada por el partido Nacional Revolucionario, el Unión Popular y Liberal, Renovador,  y Revolucionario Auténtico.

Como sus vicepresidentes eligió a  José Ramón Guizado y Ricardo Arias Espinosa.

MENSAJES DE LA CAMPAÑA

A través del testimonio todavía vivo del Diario La Nación, del cual Remón era socio, se pueden estudiar los mensajes hábilmente concebidos que impulsaron él éxito de su campaña política.

“Los que pregonan  a los cuatro vientos libertad, deben comprender que es la doctrina remonista la única que puede dar una libertad al pueblo panameño, entendida no como un soberbio dejar hacer, sino como parte integrante de un patrimonio de seguridad a que tiene derecho el individuo dentro de la sociedad», decía un columnista de La Nación durante la campaña electoral.

En el diario también se pueden observar las acusaciones de «comunistas» a todos los que no respaldaran a su campaña: la coalición opositora liderada por Chiari,  los movimientos obreros, y hasta los padres de familias que se unían a las marchas de sus hijos. 

En las páginas de La Nación, el discurso incendiario que caracterizaba la capaña de Remón -que incluía hasta acusaciones contra la campaña de Chiari de ordenar el asesinato del comandante y su esposa Doña Cecilia Remón- se yuxtaponían artículos en los que se promovía el futuro de  tranquilidad, respeto y justicia que supuestamente traería el gobierno de Remón.

DOÑA CECI

La clave indiscutible del éxito de la campaña de Remón era su esposa Doña Cecilia Pinel. Supuestamente fue ella quien le sugirió los lemas de «Ni limosnas ni millones, queremos justicia» y «De frontera a frontera, con Remón Cantera», al que se le unía la campaña de “asistencia social” que ella dirigía y que le hicieron ganar el apodo, supuestamente espontáneo, de “la Dama de la Bondad”.

Si los mensajes de Remón eran «mano dura», fortaleza, orden, el complemento perfecto eran la giras de «Doña Ceci», que llegaba en caravana con su equipo a todos los rincones del país, ofreciendo almuerzos, regalando máquinas de coser, pailas, y otros, y prometiendo que, al llegar a la presidencia, seguiría con sus campañas de Asistencia Social.

‘Donde llega doña Cecilia, se acabó el dolor del pueblo’, insistía La Nación. 

Las elecciones se efectuaron el 11 de ayo de 1952. Con los representantes de la Coalición Patriótica Nacional dominando la Junta Nacional de Escrutinios, se anunció el resultado de la votación en junio de 1952.  

Remón fue electo con el 62% de los más de 133 mil votos emitidos.  


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4 comentarios

  1. En esas elecciones yo era un adolescente. Recuerdo como Heraclio Barletta llevaba sus buses llenos de gente. Comenzaban a votar en la Villa de Los Santos, seguían en Guararé, Las Tablas, Santo Domingo, La Palma, Pocrí, Lajamina, Paritilla, Mariabé, Purio, Pedasi y Los Asientos. Iban con sacos de cédulas que se repartían en cada lugar en que depositaban su voto fraudulento. Y así ganó José Antonio «Chichi» Remón y Doña Ceci, «La Dama de la Bondad».

  2. Este otro comentario me lo mandaron a mi cuenta y se parece al anterior: «Quiero agregar algo que viví yo en esa época. Yo era muy pequeña pero tenia excelente memoria y recuerdo que mi familia apoyaba a Remon Cantera, no he olvidado una canción que se cantaba en Pesé para esa campaña, como tampoco he olvidado cómo llevaban a los campesinos en Trock, como ganado, a votar, y los ponían en fila con un supervisor que les metía la papeleta de votación ya arreglada en el bolsillo de la camisa (costumbre de todos lo candidatos para asegurar el voto que compraban). Tampoco olvido las robaderas de urnas y cambio de actas. Ese era al menos el comentario que se escuchaba en muchas casas a donde yo iba. También recuerdo las conversaciones de mis padres y familiares después que Remón ganó y luego de que fue asesinado, decir que si a Remón no lo hubieran matado este se hubiera convertido en dictador. Esa era una opinión de alguno de ellos. No recuerdo haber escuchado que doña Cecilia tuviera buena imagen, más bien recuerdo haber escuchado que era una contrabandista de drogas y que ellos fueron los primeros que introdujeron la droga en Panama. Le decían Kanyac….. Estas historias de corrupción de nuestro país tiene raíces hondas»

    • A Doña Cecilia nunca se le encontró droga en ningún maletín cuando iba a entrar a Puerto Rico. Tengo y he leído el informe de ese tema, donde al Remon llamar a Eisenhover y este al Jefe de Migración en Puerto Rico señalo: «a la señora se le pidio que abriera el maletin si queria entrar a Puerto rico. Ella alego inmunidad. Y le contestaron: sino abres la maleta no entra a Puerto Rico» ella no entro. Inclusive señala: «Nunca se abrio el maletin».

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