La historia poco conocida del Hotel El Panamá

El Panamá no solo fue el gran hotel en la década del 50 y la segunda obra de ingeniería más importante después del Canal de Panamá, sino la pieza clave de la trama que terminó por derrumbar el segundo gobierno del presidente Arnulfo Arias Madrid.

“Todo lo que usted cree sobre la República de Panamá es falso. Si ha escuchado que el país es una jungla humeante donde los monos se mecen entre los bejucos… un lugar lleno de enfermedades y pestes tropicales»… se equivoca, decía la nota de una agencia noticiosa estadounidense insertada en cientos de periódicos a lo largo de toda Norteamérica en marzo de 1951.

«Estoy escribiendo desde el recién inaugurado Hotel El Panamá. Y déjenme decirles que hasta los turistas estadounidenses más difíciles de complacer -y nuestros turistas son así- tendrán dificultades encontrando una falta», proseguía el periodista Dave Roberts, apenas un mes después de la apertura del hotel  que ponía a Panamá en el mapa del turismo internacional.

«La habitación en la que estoy es amplia, tiene aire acondicionado y una preciosa vista a la bahía de Panamá. Es, por  lejos, superior a la mejor que me hayan ofrecido en muchos de los más elegantes resorts de Estados Unidos. Los restaurantes (del hotel) no pueden ser mejores, ni por la belleza de los escenarios  ni por el servicio».

«Aunque solo unos cuantos nacionales pueden siquiera caminar por el lobby, este nuevo hotel se ha convertido en el orgullo de los panameños. Su presencia aumenta el prestigio del istmo en Centroamérica y Suramérica y seguramente atraerá nuevos ingresos a su escuálida economía», decía otra nota de agencia de prensa norteamericana,  que comparaba al «ultra moderno» resort con los más lujosos de Miami Beach y del continente.

ARQUITECTURA REVOLUCIONARIA

hotel-el-panama-3Durante las primeras cuatro décadas de historia republicana, los panameños protestaron ante las autoridades de la Zona del Canal por  la competencia desleal que representaba el Hotel Tívoli, propiedad de los estadounidenses, para los alojamientos locales.

Pero los zonians siempre alegaron que el Tívoli se cerraría tan pronto como Panamá pudiera ofrecer a los visitantes norteamericanos un hospedaje del mismo nivel.

Así fue. El legendario hotel construido para alojar a Teodoro Roosevelt en 1906 y donde pasaron la noche William Taft y otros importantes huéspedes, dejó de operar comercialmente en 1951 tras la apertura de El Panamá, que lo superaba en ubicación,  lujo, belleza y comodidad.

La imponente obra erigida sobre un terreno de seis acres en una colina en la Vía España, rodeada de bosques y jardines, fue un diseño del afamado arquitecto estadounidense Edward Durell Stone, quien obtuvo por él la medalla de oro al mejor proyecto del año 1949 de la Liga de Arquitectos de Nueva York.

El largo y estrecho edificio de 12 pisos tenía 300 habitaciones, cada una con un balcón que permitía a los huéspedes disfrutar de la más hermosa vista, ya fuera a la bahía de Panamá o a las verdes colinas que rodeaban la parte norte de la ciudad.

La idea de Stone era sacar partido a la exuberancia del paisaje tropical, por lo que se las ingenió para crear un enorme lobby abierto, sin puertas ni ventanas, que daba acceso a los restaurantes, bares, piscina y establecimientos comerciales de la primera planta.

La piscina era tal vez el área más impresionante, con su delicioso ambiente de jardines exóticos y su sistema de ventilación cruzada natural que utilizaba a las habitaciones como túneles de viento.

Cuando fue inaugurado,  en enero de 1951, el hotel se convirtió de inmediato en el centro de la vida social del país y su éxito comercial parecía asegurado. Pero no había ningún tipo de presión: «Aunque no resulte rentable se mantendrá abierto a expensas de los contribuyentes, si fuera necesario», comentó una fuente bien informada a otro periodista extranjero que llegó al istmo a cubrir la fiesta de apertura.

COMPRA DEL TERRENO

La historia del hotel empieza cuando un grupo de empresarios encabezados por Guillermo Arango se acercó al presidente Enrique A. Jiménez a solicitarle que intercediera por ellos ante unos desarrolladores que acababan de adquirir 160 hectáreas de terreno en una zona conocida como El Cangrejo, ubicada en las afueras de la ciudad.

El precio de las tierras había sido tan ridículamente bajo – entre 10 y 15 centavos el metro- que el presidente Jiménez pidió a los nuevos dueños que vendieran seis acres al grupo de inversionistas deseoso de construir «el mejor hotel de la ciudad». De paso, sugirió que donaran varios acres más para ubicar la sede de la Universidad de Panamá.

Por 50 centavos el metro, los desarrolladores aceptaron vender una esquina ideal para el proyecto hotelero y además hicieron la cesión requerida por el presidente.

Ya resuelto el problema del terreno, los empresarios, organizados en la  compañía Hoteles Interamericanos, tramitaron un préstamo de un millón de dólares a la Compañía Fiduciaria (Panama Trust Company), único banco de capital privado panameño y del cual eran también sus principales accionistas, (creado en 1947).

La empresa contaba con todo el respaldo del gobierno de Enrique A. Jiménez, quien gestionó que la Caja de Seguro Social asumiera $1.5 millón  en bonos de primera hipoteca emitidos por Hoteles Interamericanos y le sirvió como fiador para que el Export Import Bank, de Washington, les diera un préstamo adicional por $2.5 millones para financiar la construcción. El gobierno también otorgó un subsidio equivalente al 4% sobre $5 millones de dólares para garantizar las utilidades.

SE INICIA LA CONSTRUCCIÓN

3d16e163f5cb011a99e7e9c71c0e1839Desde que empezaron los primeros movimientos de tierra, en septiembre de 1946, los constructores se encontraron con innumerables imprevistos. Lo escarpado del terreno, los insectos trasteros, la durísima roca fueron apenas algunos… Al final, se necesitaron cinco años para completar el proyecto.

Ya para entonces Hoteles Interamericanos tenía un importante sobregiro con la Compañía Fiduciaria y no tenía cómo pagarlo.

La empresa solicitó permisos para hacer una nueva emisión de cédulas hipotecarias por $3 millones, una solicitud que parecía lógica y razonable, dados los intereses en juego.  De hecho, el proyecto siguió adelante hasta llegar a la Asamblea Nacional, que aprobó la ley a la que se llamó «Ley El Panamá».

Pero la situación política ya no era la misma de 1946.

El periodo presidencial de Enrique A. Jiménez (Partido Liberal Nacional), amigo incondicional del proyecto, había finalizado en 1948.

Su sucesor, Domingo Díaz (también del Partido Liberal Nacional), había fallecido en 1949.

El vicepresidente de Díaz, el doctor Daniel Chanis (del mismo partido), había sido derrocado ese mismo año por el comandante de la Guardia Nacional, José Remón.

En reemplazo de Chanis, Remón decidió colocar al doctor Arnulfo Arias Madrid (del Partido Revolucionario Auténtico), quien habría sido el sucesor de Jiménez si el Jurado Nacional de Elecciones no hubiera eliminado gran parte de los votos emitidos a su favor en las elecciones de 1948.

A Arias correspondía refrendar el proyecto de ley aprobado por la Asamblea a favor de Hoteles Interamericanos.

UN BANCO EN APUROS

Para los inversionistas era vital que Arias refrendara el proyecto de ley. Ello no solo  permitiría  solucionar el problema de sobregiro del hotel, sino también asegurar la delicada salud financiera de la Compañía Fiduciaria, de la que también eran propietarios.

Los primeros días de  diciembre del año anterior (1950), el banco había sufrido una crisis de liquidez  después de que circularan rumores que acusaban a la propia directiva de retirar fondos, lo que causó que decenas de clientes se presentaran a exigir que se les devolvieran sus ahorros. El pánico se apaciguó al medio día, cuando el presidente Arnulfo Arias y su gabinete acudieron al local a persuadir a los clientes de que confiaran en la estabilidad de la entidad.

Ese mismo mes,  el Gobierno autorizó  que la Caja de Seguro Social y otras instituciones del Estado retiraran $1.2 millones del Banco Nacional para consignarlos temporalmente a la Compañía Fiduciaria.

A cambio, el presidente pidió que la junta directiva de la entidad incorporase a un representante de su gobierno. Después de todo, tenía su dinero depositado allí, y era  garante de su principal deudor, el Hotel El Panamá, por lo que corría con todos los riesgos.  El representante elegido fue su cuñado, Enrique A. Linares.

Unas semanas después de asumir la posición, en una carta firmada el 4 de enero de 1951, Linares reportó al presidente que el banco sufría de «malos manejos»: «El punto de debilidad son sus gastos. La Junta Directiva vive ilusionada de grandes ganancias y no se preocupa por reducirlos».

«La dirección del banco parece moverse en un espíritu de familia, ya que los directores forman parte de las compañías que son los mayores deudores del banco y en algunos casos los mismos directores han servido de fiadores para préstamos obtenidos allí».

«En cuanto al Hotel El Panamá [recuérdese que estaba en proceso de inauguración], las cuentas se pagan con una facilidad extraordinaria y es de temerse que si no se busca una fórmula para detener estos gastos el sobregiro puede llegar fácilmente a los $800 mil»….

UN DESENLACE INESPERADO

Cuando nadie se lo esperaba, el día 6 de marzo se conoció que el presidente había vetado «La Ley El Panamá», aduciendo que el documento estaba redactado «de forma imprecisa»: «No dice cómo habrá de ser invertido el fondo adicional que proporcionará la emisión».

El Gobierno hizo saber que continuaba apoyando al Hotel El Panamá, a cual consideraba «benéfico para la economía local», pero con ello no convenció a nadie.

Apenas un día después de conocerse el veto a través del diario Panamá América, por segunda vez en menos de 5 meses los clientes se lanzaron en masa al banco a retirar sus ahorros, llevando los niveles de efectivo por debajo del mínimo legal. En una rápida decisión para salvar los depósitos, el juez del primer circuito Octavio Villalaz decretó el cierre de la institución ese mismo día.

EL CIERRE DE LA COMPÑAÍA FIDUCIARIA

‘Caos en el país’, decía la primera plana del diario opositor panameño El País , el día 8 de marzo de 1951, pronosticando catastróficas consecuencias para la economía nacional por el cierre, el día anterior, de la Compañía Fiduciaria, único banco de capital privado panameño. En los más duros términos, el periódico dirigido por Samuel Lewis Arango culpaba al presidente Arnulfo Arias por el desafortunado desenlace y llamaba a la ciudadanía a organizar una resistencia civil para exigir la renuncia del mandatario.

El banco Compañía Fiduciaria, creado en 1947 por iniciativa del empresario Guillermo Arango (hijo del prócer Agustín Arango), había cerrado el día 7 de marzo por orden del juez primero del circuito, Octavio Villalaz, cuando por segunda ocasión en menos de cinco meses los depositantes habían corrido masivamente a retirar sus ahorros, dejando al banco con un nivel de efectivo inferior a lo exigido por la ley.

‘La medida va dirigida a proteger a los depositantes’, aseguró el juez, a la vez que el gobierno nombraba como interventor al gerente general del Banco Nacional, Eduardo de Alba, y negociaba con la directiva del banco las medidas para salvar a la institución.

El retiro masivo de los depósitos se había dado tras conocerse que el presidente de la República había vetado una ley que permitía al principal acreedor de la Compañía Fiduciaria, el hotel El Panamá, hacer una emisión de bonos por $1.5 millones para cubrir sus deudas con el banco. Al detener indefinidamente la emisión de la deuda, Arias abría la posibilidad de quiebra para las dos compañías.

El presidente había esgrimido razones de forma (la ley aprobada por la Asamblea Nacional no definía cómo se usaría el dinero recabado por la emisión de bonos), asegurando que seguía apoyando al hotel El Panamá por considerarlo beneficioso para la economía del país. De hecho, las cuentas del hotel siguieron siendo pagadas por el Banco Nacional. Pero el veto era la oportunidad que los enemigos del presidente esperaban.

Citando las voces de los más combativos opositores políticos al régimen panameñista, el diario El País dedicaba casi toda la edición del 8 de marzo a criticar al presidente. Entre otros artículos y notas, incluía un manifiesto firmado por seis expresidentes de la República (Enrique A. Jiménez, Ricardo J. Alfaro, Roberto F. Chiari, Ricardo Adolfo de la Guardia, Ernesto Jaén Guardia y Daniel Chanis), enemigos que el presidente había cultivado a través de su carrera política.

Las palabras más duras provenían del Partido Revolucionario Independiente: un comunicado firmado por Eduardo Navarro acusaba a Arias de vetar la ley motivado por deseos de venganza contra la junta directiva del banco, por rechazar esta los chantajes del presidente, deseoso de apoderarse de la institución.

‘El doctor Arnulfo Arias está haciendo buena la opinión popular que lo señala como un hombre desesperado en busca de más dinero… Demostrando una sed insaciable de oro, exigió que el banco le traspasara un número suficiente de acciones para tener el 51% del total de las acciones emitidas, o sea, el control absoluto del Fiduciario’.

Otra versión de los hechos la ofrecía La Estrella de Panamá , que en su edición del 10 de marzo publicaba los informes sobre la situación del banco emitidos por el cuñado de Arias, Enrique A. Linares, representante del gobierno en la Compañía Fiduciaria. —Recordar que Arias había exigido la presencia de Linares en la junta directiva en diciembre del 1950, tras depositar el gobierno $1.2 millones para salvar la institución en su primera crisis de efectivo—.

Un informe de Linares, con fecha del 4 de enero, daba a entender que la junta directiva de la Compañía Fiduciaria no estaba administrando eficientemente el banco y que le había ocultado movimientos de dinero que debilitaban la situación financiera de la institución y ponían en riesgo el dinero del Estado.

‘Si no es posible aplicar una mano de hierro a las operaciones de la Compañía Fiduciaria, manteniendo un control más estricto por parte de uno o más representantes del gobierno, estimo que lo mejor es que yo renuncie a la posición un poco dudosa de ser vigilante de los fondos del Estado y no poder evitar en la actualidad que la solvencia económica del banco empeore’, había advertido Linares a principios de año.

POLÍTICA

Durante los días siguientes, los opositores convocaron a la ciudadanía a mítines y manifestaciones reiterando el llamado a un movimiento de resistencia civil para exigir la renuncia del presidente.

‘Por unos días pareció que (este movimiento) podría convertirse en una seria amenaza para el presidente Arias’, reportaba el consejero de la embajada de Estados Unidos en Panamá, Murray F. Wyse, a su gobierno.

Sin embargo, según Wyse, ni el público ni el comandante de la Guardia Nacional, José Remón, se movilizaron como esperaban los políticos opositores. El cierre del banco no indignó a la ciudadanía como pretendían.

‘LOBBY’ EN WASHINGTON

Quienes sí se movilizaron fueron los funcionarios del Export Import Bank, en Washington, también acreedores de Hoteles Interamericanos, la sociedad dueña del hotel El Panamá.

Documentos de la Oficina del Historiador, del Departamento de Estado, muestran que representantes de la entidad crediticia acudieron a esta oficina a pedir que el Gobierno de Estados Unidos rechazara cualquier cambio en la directiva o en la propiedad de la compañía Hoteles Interamericanos o la Compañía Fiduciaria.

‘El banco no está preocupado por el repago de su préstamo, ya que cuenta con la garantía incondicional de la República de Panamá, pero no dudará en usar sus buenos oficios para prevenir la interferencia impropia en el proyecto’, decía un Memorandum del Departamento de Estado fechado el 13 de marzo de 1951.

El contrato firmado entre el Export Import Bank con Hoteles Interamericanos en 1948, por el cual se le otorgaba una línea de crédito por $2.5 millones, facultaba a la institución estadounidense a aprobar o rechazar cualquier miembro de la junta directiva de la compañía hotelera.

Ahora se trataba de un asunto de interés internacional. Incluso el New York Times publicó un artículo en el que se condenaba a Arias por el cierre de la Compañía Fiduciaria.

ACORRALADO

Con presiones en todos lados, la tensión en Panamá continuaba in crescendo .

El viernes 4 de mayo, nuevos rumores de quiebra asustaron a los ahorristas panameños. En esta ocasión se trataba de la Caja de Ahorros, una institución bancaria del Estado dirigida a fomentar el ahorro de los sectores menos favorecidos. A pesar de que los rumores eran falsos, ese día, cientos de pequeños ahorristas acudieron en masa a retirar sus fondos a la sede del banco en el Casco Viejo. Era lo mismo que había ocurrido antes a la Compañía Fiduciaria, en diciembre y el 7 de marzo.

Las investigaciones realizadas por la Policía apuntaron a que el pánico fue creado por una serie de llamadas en las que voces anónimas advertían que la institución estaba al borde de la quiebra.

Para el presidente Arnulfo Arias era claro que se trataba de una ‘vasta conspiración’. Estaba acorralado y se inclinó por tomar medidas desesperadas.

A primeras horas del lunes 7 de mayo, el presidente reunió a su Gabinete, integrado por José Clemente de Obaldía, Carlos Brin, Rodolfo Herbruger, Cristóbal de Urriola, Celso Carbonell, Norberto Zurita, María Santodomingo de Miranda y José Ehrman.

El gabinete aceptó tomar una serie de medidas que convertían al presidente en un autócrata: abolir la constitución vigente, adoptar la Constitución de 1941, cerrar la Asamblea Nacional y declarar en ‘interinidad’ a los jueces de la Corte Suprema de Justicia. Además, suspender el recurso de habeas corpus y dar al poder ejecutivo potestad para gobernar por medio de decretos de gabinete.

Se trataba de medidas claramente inconstitucionales, pero tenían un precedente: en 1945; el expresidente Ricardo Adolfo de La Guardia, también a punto de ser derrocado, suspendió la vigencia de la Constitución de 1904 y llamó una Constituyente.

Si Arias pensó que, como en 1945, el poder de la Presidencia podría imponer tan arbitraria medida, se equivocó. Ahora el pueblo se alzó sin miedo. Se hicieron manifestaciones, protestas callejeras y una huelga que dejó a la ciudad paralizada.

El presidente fue destituido por la Asamblea, una decisión ratificada por la Corte Suprema de Justicia. Todo dependía ahora del verdadero ‘hombre fuerte del país’, el comandante de la Guardia Nacional, José Remón, quien había colocado a Arias y le había brindado su respaldo hasta ese momento.

El comandante que, según comentarios vertidos en diferentes memorandum del Departamento de Estado, ‘solo pensaba en él mismo’ y en su candidatura para las elecciones de 1952, envió a 200 policías a la Presidencia para sacar a Arias a la fuerza.

NUEVO GOBIERNO, NUEVA POLÍTICA

El 30 de mayo de 1951, apenas días después de la salida de Arias, el nuevo presidente, Alcibiades Arosemena, pedía a la Asamblea Nacional poderes especiales para tomar medidas correctivas de orden económico. Entre ellas, permitir la emisión de bonos hipotecarios para el hotel El Panamá.

La emisión de $1.5 millones se concretó en agosto y fue adquirida por el Gobierno Nacional. En junio, el Estado firmó nuevamente como fiador para que Hoteles Interamericanos continuara negociando su deuda con el Export Import Bank.

Ya salvadas las dos empresas, en agosto de ese año, enfermo y con los nervios destrozados, el empresario Guillermo Arango, presidente de la junta directiva de la Compañía Fiduciaria y de Hoteles Interamericanos, se refugiaba en Estados Unidos.

Allá, su presencia fue anunciada por el controversial periodista Walter Winchell, quien en una glosa de su columna de chismes decía así: ‘el panameño que fundó la Compañía Fiduciaria, de la que el presidente Arnulfo Arias trató de apoderarse, fue quien inició la caída del vagabundo (‘the bum’)…. Su nombre es Bill Arango y está de visita en Hampshire House. Bienvenido, amigo…’.

10 comentarios

  1. Esto si es nuevo. Esperaŕe la proxima entŕega. ¿Por cierto como se adqúiere el texto seleccionado de Garcia Marquez en que intervino Monica Guardia?

    • Hola señor Murgas… soy mónica guardia, encargada de esta sección… no tengo ningún texto que haya sido seleccionado por García Márquez… Gracias por escribir…
      Saludos…

    • El Panamá está en la Vía España, frente a la intersección de la Federico Boyd, a un costado de la Vía Veneto. Los jardines fueron reemplazados por un centro comercial y ha sufrido muchos cambios pero el edificio principal es el mismo.

  2. Gracias por este articulo, trabaje alli en el 2006 y sigue siendo magestuoso, actual y a la vanguardia.
    Estoy orgulloso de conocer un poco mas de su historia.

  3. Muy interesante, este blog, felicitaciones!
    Para nosotros jóvenes panameños es un canal que no sirve para conocer nuestra historia, actualmente en el colegio es un poco gris y debil

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