De no ser por el escándalo Watergate, el general panameño Omar Torrijos podría haber sido asesinado a finales de 1972 o comienzos del año 1973.
Un grupo de matones se encontraba ya en México camino a Panamá para acabar con la vida del líder militar, pero el plan fue abortado en medio del creciente escándalo político que involucraba al entonces presidente Richard Nixon, revela un reportaje de siete páginas de la revista Inquiry , recientemente publicado en la página web de la CIA.
En contra de lo que muchos podrían suponer, no era la agencia de inteligencia la gestora de estas maquinaciones, sino un escuadrón organizado y financiado desde la Casa Blanca con la aprobación del presidente Nixon, quien buscaba formas de actuar al margen de los límites de acción que le imponían los Departamentos del Tesoro y de Justicia.
A 43 años de la forzada renuncia del presidente, en lo que fuera el mayor escándalo político de la historia de Estados Unidos, continúan saliendo a relucir hechos desconocidos a través de documentos declasificados y testimonios, que reducen aun más su figura histórica en aspectos éticos y morales.
En el caso de Torrijos, como en muchos otros, parece que un cada vez más paranoico Nixon estaba decidido a eliminar a su ‘enemigo’ por medio de operaciones secretas, sabotaje, chantaje, rapto y asesinato.
Con este fin, se armó en 1971, la Unidad de ‘Investigaciones Especiales’, un escuadrón dispuesto a ‘combatir a la mafia con métodos de la mafia’, continúa el artículo escrito por John Marshall, quien recoge testimonios de fuentes variadas, entre ellas declaraciones ofrecidas en las audiencias de Watergate en el Congreso de Estados Unidos.
El escuadrón estaba liderados por el procurador general John Mitchell (1969-1972), el ex fiscal neoyorkino Gordon Liddy y el ex agente de la CIA Howard Hunt.
El grupo había conseguido un presupuesto secreto de $110 millones para sus actividades, principalmente dirigidas a destruir e inmovilizar a traficantes de droga del más alto nivel, un problema catalogado por el mismo Nixon, en su discurso al Congreso del 17 de junio de 1971, como ‘emergencia nacional’.
En aquel entonces, el equipo de la BNDD (Departamento de Narcóticos y Drogas Peligrosas, en español) sostenía que ‘solo se requería de 150 asesinatos clave para destruir la operación de refinamiento y tráfico mundial de heroína’, reveló el médico e investigador Thomas Ungerleider, de la Comisión Nacional de Marijuana y Abuso de Drogas, a quien un grupo del BNDD se le acercó con esta propuesta.
TORRIJOS Y EL NARCOTRÁFICO
Oficiales de la BNDD (antecesora del Drug Enforcement Administration o DEA) sospechaban que el general panameño era parte de esa red dedicada al narcotráfico.
En el año 1972, al desmontarse la llamada ‘French Conection’, liderada por el corso Auguste Ricord, los encargados de las operaciones anti droga estadounidenses confirmaron que el 12% de toda la heroína que llegaba a Estados Unidos pasaba por Panamá.
Y había pruebas de que altos funcionarios del gobierno panameño estaban implicados.
Uno de los primeros en caer fue Joaquín Him González, jefe de control de tráfico del Aeropuerto Internacional de Tocumen.
Tan solo cruzar la ‘quinta frontera’, el 6 de febrero de 1971, invitado por unos amigos a ver un juego de softball, este fue arrestado por la policía zoneíta y llevado en un avión militar hasta Texas, donde le esperaba un ‘indictment’ sellado por tráfico de drogas. Him fue sentenciado a 5 años de cárcel.
Como respuesta, el gobierno panameño se quejó enfurecido de que los estadounidenses ‘habían raptado a un funcionario importante’.
Seis meses más tarde, en agosto de 1971, el hijo del embajador de Panamá en Taiwán, Rafael Richard, fue arrestado en Nueva York al descubrirse que transportaba 154 libras de heroína. Richard tenía pasaporte diplomático y pretendía usarlo para conseguir inmunidad.
El ministro de Relaciones Exteriores de Panamá, Juan Antonio Tack, había firmado el pasaporte de Richard, a solicitud de Moisés Torrijos, hermano de Omar y entonces embajador en España.
En la primavera de 1972, un gran jurado federal había emitido un ‘indictment’ sellado contra Moisés Torrijos, que habría sido ejecutado de llegar este a suelo estadounidense, señaló Marshall, que asegura haber visto documentos del Departamento de Justicia de Estados Unidos que así lo establecen.
OTROS ENEMIGOS DE TORRIJOS
Las implicaciones contra el general Torrijos eran serias. Sin embargo, él no era el único gobernante que se hacía la vista gorda ante las actividades ilegales de funcionarios y allegados. ¿Por qué un plan para asesinarlo?
En su caso, había otros factores que lo hacían una figura detestable para Nixon y sus allegados de extrema derecha, entre estos, la poderosa comunidad de exiliados cubanos, que desconfiaba de los crecientes lazos de Torrijos con los movimientos izquierdistas, su simpatía por Fidel Castro y otros líderes como Tito, de la antigua Yugoeslavia.
Torrijos había colocado en puestos clave de su gobierno a conocidas figuras comunistas, entre ellos, Rómulo Escobar Bethancourt, rector de la Universidad de Panamá (1971 a 1976) y negociador de los tratados.
Pero también otros enemigos hacían ‘lobby’ en contra suya desde trincheras particularmente bien posicionadas.
El congresista demócrata, John Murphy, del Comité de asuntos Marinos, amigo de Anastasio Somoza, proporcionaba filtraciones a la prensa que ligaban a Torrijos con el narcotráfico.
Indisponer a la opinión pública contra el militar panameño era del interés del líder nicaraguense, que por entonces avanzaba planes para construir un canal interocéanico financiado por el millonario Howard Hughes.
También desde el Congreso, el representante Daniel Flood, defensor de los intereses de los ‘zonians’, odiaba a Torrijos y aprovechaba cada ocasión para presentarlo como un demonio.
Otro solapado enemigo de Torrijos era el ‘lobista’ Philip Harman, amigo de Arnulfo Arias, quien durante años urdió intrigas para volver a llevar al poder al médico y al exgolpista Amado Sanjur.
Arias vivió sus años en el exilio convencido de que el gobierno norteamericano estaba listo para derrocar a Torrijos. Así lo confesó en una entrevista con el FBI, cuyo reporte permanece en los archivos digitales de este departamento.
Desde Panamá, el poder económico tradicional también hacía llegar sus quejas a Washington, basadas en que el gobierno militar estaba destruyendo la economía local, sostiene Marshall.
EL TEMA DEL CANAL
Tal vez uno de las motivaciones más fuertes contra Torrijos era su conducta en torno al tema de las negociaciones del Canal.
Si hasta ese momento, los gobiernos panameños habían luchado principalmente por obtener mayores beneficios económicos pero con la promesa de mantener el status-quo de la Zona del Canal, la postura de Torrijos era que se eliminase esta, a la que entonces Estados Unidos veía como vital para sus intereses geoestratégicos y donde habían invertido hasta mil millones de dólares para instalar la sede del Comando Sur.
Un telegrama dirigido a Henry Kissinger el 23 de febrero de 1973 por William Jorden, declasificado por el Departamento de Estado, muestra que Torrijos no temía recurrir a las amenazas y chantajes contra los norteamericanos como táctica para obtener ventaja en las desiguales negociaciones.
Según Jorden, Torrijos le había comentado que estaba ‘harto’ de los gringos y que tenía listos ‘dos batallones de élite para entrar a atacar a la Zona del Canal’.
PRUEBAS DEL COMPLOT
Existen inmumerables documentos y testimonios que respaldan las alegaciones del complot contra Torrijos.
El 18 de junio de 1973, la revista Newsweek público un artículo sobre el tema, en el que pronosticaba que se hablaría de ello en las próximas audiencias de Watergate en el Congreso, lo que nunca sucedió. El periodista responsable del artículo, no obstante, alegó posteriormente que había sabido del plan por fuentes de ‘primera mano’. Según estas fuentes, el plan se ejecutaría después de las elecciones de 1972.
Al parecer, la trama estaba por entonces bastante adelantada. En junio de 1972, cuando el llamado equipo de ‘plomeros’ fue arrestado en el edificio Watergate de Washington, intentando penetrar en las oficinas nacionales del Partido Demócrata, tenían en sus bolsillos visas para entrar y salir de México y una libreta con el número telefónico del ex agente de la CIA Howard Hunt.
El mismo Howard Hunt, después de salir de prisión (condenado por su participación en el escándalo Watergate), en febrero de 1977, dijo a la televisora de Boston que ‘en Panamá las drogas se movían fácilmente con la bendición del gobierno…’ y que esa era ‘una misión que correspondía a los plomeros’.

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