El doctor Ciro Luis Urriola fue uno de esos breves y casi desconocidos presidentes que ha tenido la República de Panamá.
Su agitado gobierno de cuatro meses sería poco recordado a no ser porque el 28 de junio de 1918, la joven República de Panamá fue ocupada en segunda ocasión por las tropas estadounidenses, con la intención de obligar al presidente a realizar las elecciones que había mandado a suspender.
El doctor Urriola, primer designado del presidente Ramón Maximiliano Valdés, había llegado a la Presidencia por casualidad, al morir el presidente, el 3 de junio de 1918, entre fuertes rumores de que había sido envenenado por los americanos.
Esta versión, no obstante, fue desmentida por los doctores Alfonso Preciado y Augusto S. Boyd, quienes, ‘bajo la gravedad del juramento’, asegurararon que Valdés había muerto de afección cardíaca y no ‘envenenado’.
Reformistas y no reformistas
Después de despejarse el rumor del envenenamiento de Valdés, otro interés ocuparía la mente de los panameños: las elecciones legislativas y municipales que debían realizarse el 7 y 14 de julio, respectivamente.
Se trataba de un asunto vital en momentos en que prevalecía el sistema de voto presidencial indirecto -eran los diputados quienes elegían al presidente- y, sobre todo, cuando pendía la aprobación de un paquete de reformas constitucionales dirigido, entre otras cosas, a cambiar los requisitos para aspirar al puesto de presidente de la República.

La reforma permitía que los nacidos en Colombia que hubiesen permanecido residiendo en el país tras la separación pudiesen acceder a este puesto.
Para muchos, la medida tenía nombre y apellido: Eusebio A. Morales, fuerte opositor de Belisario Porras, que se perfilaba como candidato a un segundo mandato.
El controversial proyecto de reforma constitucional (se decía que el país estaba dividido entre los «reformistas» y los «antireformistas», que temían la candidatura de Morales), incluía, además de los nuevos requisitos para la candidatura presidencial, la abolición de la pena de muerte, la elección directa del presidente a partir del año 1920, y la introducción de la figura del vicepresidente (de allí que el próximo presidente solo ocuparía el cargo entre 1918 y 1920, año en que se verificarían las elecciones presidenciales y legislativas).
El proyecto de ley había sido aprobada en la legislatura anterior y firmada por el presidente Valdés. Solo faltaba que fuera ratificado en un segundo periodo legislativo.
El Decreto 80
Sometido a grandes presiones, y temiendo que el triunfo se inclinara hacia los reformistas, Urriola optó por una movida arbitraria: cancelar las elecciones por medio de el Decreto No. 80 del 20 de junio de 1918.
Furiosos y preocupados, los políticos Pablo Arosemena y Ricardo Arias, principales aspirantes a la Presidencia, presionaron al encargado de Negocios de Estados Unidos en Panamá, William Jenning Price, para que ‘tomara cartas en el asunto’.
En un memorándum enviado a Price, Arias y Arosemena sostenían que la suspensión de las elecciones era inconstitucional y, basados en el Artículo 136 de la Constitución, pedían a Estados Unidos restablecer el orden constitucional ‘previniéndole al Gobierno de Panamá el deber en que está de verificar las elecciones en las fechas que la ley señala’.
Siguiendo los consejos de Arias y Arosemena, el 25 de junio, Price notificaba a la Cancillería local que el decreto de Urriola 80 que abolía las elecciones no era constitucional y que sería conveniente su derogación.
‘El Gobierno de los Estados Unidos aconseja la inmediata derogación del Decreto número 80′ (que suspendía las elecciones), decía el titular de La Estrella de Panamá.
Pero Urriola se negó a derogar el decreto, lo que forzó a los estadounidense a cumplir con sus amenazas. Así, el 28 de junio, a las 2:00 p. m., soldados del Cuerpo de Marinos estadounidenses procedentes de un buque anclado en la costa y de la misma Zona del Canal, penetraron en las ciudades terminales.
Con el país completamente bajo su dominio, los estadounidenses instauraron medidas como la prohibición de la prostitución y el servicio de las cantinas, en momentos en que se rumoraba que los panameños intentaban emborrachar y contagiar con enfermedades venéreas a los soldados estadounidenses.
Derogan el decreto
Finalmente, presionado por todas partes, el 2 de julio Urriola derogó el Decreto No.80, esperanzado de que con esta medida se retirarían las fuerzas invasoras del territorio nacional.
Sin embargo, era tarde para forzar la retirada de las tropas norteamericanas.
El 4 de julio de 1918 , el Coronel W.D. Anderson tomó el control de las principales ciudades del país, anunciando que ‘el gobierno de Estados Unidos supervisaría, dentro de lo posible, las elecciones en toda la República, incluyendo las ciudades de Panamá y Colón’.
Los panameñoslgislativa, descontentos con la presencia estadounidense, iniciaron una serie de protestas anónimas como encender las alarmas de incendio para crear confusión y caos.
Las elecciones
El día 7 de julio de 1918, las elecciones legislativas se celebraron en todo el país en medio de escandalosos fraudes. A muchos electores se les impidió votar. A otros, se les permitió hacerlo en varias mesas de votación.
El domingo siguiente, 14 de julio se llevaron a cabo las elecciones municipales.
Esa noche, la muchedumbre, cantando la Marsellesa, se dirigió al Palacio Presidencial, a manifestarle a Urriola su apoyo en momentos de humillación nacional.
Presiones
El 28 de julio, las tropas norteamericanas ocuparon las provincias de Chiriquí y Veraguas, alegando que ‘era preciso en virtud de la seguridad de los ciudadanos americanos en el istmo’.
Las provincias de Veraguas, Panamá y Colón se verían pronto liberadas de la presencia de los soldados extranjeros, sin embargo, en Chiriquí permanecieron durante dos años más, repletos de eventos traumáticos.
La intromisión de los estadounidenses llegó al punto de intentar forzar a los diputados a elegir a Ricardo Arias como «nuevos designado» a la Presidencia de la República por el bienio 1918-1920.
Pero, una vez instalada la nueva Asamblea, el 13 de septiembre de 1918, los diputados desconocieron las ‘recomendaciones’ y escogieron a sus propios favoritos: Belisario Porras (Primer Designado), Pedro Antonio Díaz (Segundo Designado) y Ernesto Tisdel Lefevre (Tercer Designado).
Durante ese periodo legislativo, la Asamblea ratificaría las reformas constitucionales que promulgaban por el voto presidencial directo y por realizar las elecciones legislativas y presidenciales en mismo día, por un periodo de vigencia de cuatro años.
Protagonistas: El Dr. Ciro Urriola, octavo presidente de Panamá
Como muchos otros presidentes de las primeras décadas de la era republicana, el doctor Ciro Luis Urriola tenía unas credenciales profesionales de alto calibre. Había estudiado medicina en la Universidad de Bogotá, en Colombia, y posteriormente había cursado estudios en bacteriología, enfermedades nerviosas y parto (todavía no se conocía como obstetricia) en Dublín, Irlanda, y París, Francia.
Urriola, según los reportes de la época, tenía un carácter dificil e inflexible. Era ‘extremadamente sincero’, hasta el punto en que carecía de tacto. Pero también era un lector voraz, de gran cultura.
Fue miembro de la Convención Nacional Constituyente de 1904 y miembro del jurado que eligió el escudo de armas de la República. Fue también diputado en la Asamblea Nacional durante dos periodos.
Murió sin descendencia y sin pareja conocida, aunque en una esquela publicada en los diarios al momento de su muerte aparecía el nombre de una dama con misterioso nombre: «Enriqueta L.»