Guerra de Coto: segunda parte

Tras la invasión de Coto, en febrero de 1921, Panamá decidió enfrentar a las tropas costarricenses.  El patriotismo era notorio entre los panameños.

“Desde las primeras horas de la mañana,  las calles se hallaban invadidas por personas de diferentes clases y edades con  rostros de animación; en las esquinas formábanse grupos numerosos que comentaban de diferentes maneras la situación que afrontaba el país; los diferentes salones de la Alcaldía estaban pletóricos de ciudadanos que pedían inscribir sus nombres para ir a la línea de batalla. Toda la ciudad revestía  inmenso y extraordinario  movimiento…”.

La Estrella de Panamá describía así, en su edición del martes 26 de febrero de 1921,  la atmósfera de la ciudad, tras conocerse el día anterior que un contingente militar   costarricense había invadido el poblado de Pueblo Nuevo de Coto, en Alanje.
2e7849ba5fa87dbd01e56c502335ae6cBajo un enorme titular que leía “Siguen activamente los preparativos para rechazar la  invasión costarricense”, La Decana de la prensa istmeña  publicaba una emotiva alocución del presidente de la República, Belisario Porras: “Yo  espero que en este momento supremo se borren las diferencias de partidos y unidos todos encontremos que sabemos ser panameños y emprender todo género de sacrificios para mantener la dignidad”.

Lejos de amedrentar a la población, el llamado a guerra levantaba un aire de patriotismo nunca antes visto en aquella  joven nación  que apenas llegaría ese mes de noviembre a sus dieciocho años.

La sentimental sintonía patriótica llegaría a su punto  más alto ese mismo día,  a las cuatro de la tarde, cuando la ciudad se volcaba  a despedir a los representantes de  la virilidad  nacional, doscientos policías que partían al campo de batalla bajo las órdenes del  inspector Alberto R. Lamb, portando 270 rifles y  municiones.

Mientras se soltaban las amarras del buque  ‘David’, “la banda del cuerpo de bomberos tocaba vibrantes piezas; los balcones, las aceras y todo sitio viable encontrábase repleto de mujeres, niños y ancianos, que aplaudían frenéticamente a los valerosos soldados,  como una muestra de la  más intensa simpatía”, continuaba el relato de “La Estrella de Panamá”. 

COMIENZA LA GUERRA

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Manuel Quintero

Pero la entusiasmada muchedumbre desconocía que aquel contingente armado no era el primer grupo de panameños que partía  hacia Coto, donde ya  se adelantaban los acontecimientos. La madrugada del  23 de febrero,  desde  ese mismo muelle en la ciudad de Panamá,  había salido un primer buque, el Veraguas, con  cien policías a las órdenes del  general Manuel Quintero Villarreal.

Fue una decisión tomada por el  presidente Belisario Porras y su gabinete, al cual había convocado el mandatario, con carácter de urgencia, el   día 22 (el 21 había sido la invasión de Coto), tras recibir un telegrama urgente del  gobernador de Chiriquí, Nicolás Delgado.

 “El pueblo chiricano protesta enérgicamente   por este atentado contra la soberanía nacional   y en masa espera órdenes para repeler   por la fuerza tamaño ultraje”, leía el cable del gobernador.

Porras reunió de inmediato a  sus ministros Narciso Garay (Relaciones Exteriores), Eusebio A. Morales (Hacienda y Tesoro),  Jeptha B. Duncan (Instrucción Pública), y Manuel Quintero Villarreal (Fomento y Obras Públicas).

DEFENDER O NO DEFENDER

La ocupación de Coto por los costarricenses ponía sobre la mesa temas legales complicados y nuevos para todos.
Aunque Panamá había adquirido su autonomía  en 1903,  desde entonces, casi todos los ámbitos de la vida nacional habían estado  supeditados  al Tratado Hay Bunau Varilla.

Este, en su  artículo 1, establecía que los  Estados Unidos eran “garantes” de “la independencia de la República de Panamá”.

Además, la misma Constitución de la República, en su artículo 136, manifestaba  que el  Gobierno de los Estados Unidos  podría intervenir en “cualquier punto de la República de Panamá”, para restablecer la paz pública y el orden constitucional si hubiere sido turbado o para garantizar la independencia y soberanía de la República de Panamá.

Bajo esos términos, ¿a quién correspondía defender el suelo patrio?

El gabinete en pleno  decidió que Panamá asumiría su defensa “hasta las  últimas consecuencias”. 

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Tomás Armuelles

Pero si esa era la decisión, se presentaba un problema adicional: ¿Con qué armas se defendería a la patria?

Panamá no tenía ejército, solo un cuerpo de policía, sin armas:  en 1916, el gobierno norteamericano había obligado al país  a entregarlas todas, bajo la amenaza explícita de una intervención.

Pero en este punto, el presidente  Porras tenía un  as bajo la manga: siendo presidente en 1916,  había   logrado ocultar, en un oscuro  depósito de la Presidencia,  varias cajas camufladas con   cincuenta rifles Remington y sesenta mil tiros.  Había que probarlas  a ver si servían.

También se propuso adquirir cincuenta carabinas más “en  los  almacenes de los señores Arias y Duque”, y solicitar  a la policía del interior de la República.

PARTEN LAS TROPAS

Así fue como en la madrugada del 23 de febrero,  tomando precauciones para no alertar  a la población, había salido el buque Veraguas rumbo al frente de batalla.  

El general Quintero Villarreal, acompañado del veterano de la Guerra de los Mil Días, Tomás Armuelles, y los cien policías, llegarían, después de   cuarenta y tres horas de viaje a Rabo de Puerco (hoy Puerto Armuelles).

Una vez tocada la tierra chiricana, Quintero se encontraría con que el gobernador Delgado  había movilizado a toda la población, organizando compañías y batallones dispuestos a combatir a los ticos.

Entre los voluntarios estaban dispuestos  unos  cincuenta policías chiricanos, bajo el mando del capitán Juan B. Grimaldo,  el teniente  Francisco Benítez  y el subteniente  Joaquín Amaya.

Las tropas de Quintero partieron junto con las chiricanas en un  tren hacia La  Concepción y, de allí,  a la población de  Progreso, donde instalarían el centro de operaciones.

1En Progreso, los esperaba el grupo de  “13 voluntarios de Bugaba”, en su mayoría veteranos de guerra que,  bajo las órdenes del sargento  mayor Ricardo Franceschi y del coronel Laureano Gasca, jugarían un rol fundamental en los acontecimientos que sobrevendrían (Datos históricos de la Guerra de Coto, de Ricardo Franceschi).

Ya instalados en Progreso, el  general Quintero dispuso que unos cien hombres de caballería avanzaran hacia Coto para reconocer el terreno.

Entre ellos, irían delante los trece voluntarios, que conocían la topografía y podrían guiar a los hombres a través de los  angostos caminos de herraduras llenos de lodazales y de peligrosos despeñaderos, caudalosos ríos y quebradas (Cuestas, Panamá y Costa Rica).

MOMENTO DECISIVO

El día 26, a altas horas de la noche, las tropas de caballería acamparon a la orilla del río Coto, a unas sesenta varas del poblado del mismo nombre,  desde donde podían escuchar ocasionales tiros y cornetas.

En la   madrugada del 27, hacían planes para el ataque el  coronel Laureano Gasca, el mayor Ricardo Franceschi,  el  capitán Tomás Armuelles y  el coronel Alvarado, cuando, de repente, vieron moverse entre los árboles a un par de hombres extraños. 

Al verlos,   casi maquinalmente, Gasca saltó y colocó la punta de su espada sobre el cuello de uno de ellos.

2“No nos maten”, pidieron estos asustados.

En ese momento,  se acercó el capitán Armuelles y  se puso frente a ellos.

«¿Quiénes son ustedes?”, preguntó el capitán.

“Somos cazadores”, respondieron con acento que delataba su origen tico.

Armuelles tomó el morral que uno de los hombres llevaba encima y, al revisar los documentos que llevaba adentro, se llevó una sorpresa mayúscula: entre los papeles había cartas del mismo presidente de la República de Costa Rica, Julio Acosta García y del secretario de guerra del país, dándole instrucciones. Se trataba el coronel Zúñiga Mora, comandante militar del Golfo Dulce, a cargo de la toma de Coto.

El  otro era el coronel Daniel González.

NEGOCIACIÓN

4“Coronel,  hágame el favor de rendirse y ordenar a sus hombres que nos entreguen las armas”, le dijo el capitán Armuelles a Zúñiga Mora.

Mientras  el coronel tico debatía cuál era el mejor proceder, su compañero,  el coronel González, le recomendó:  “No nos queda otra cosa que rendirnos, coronel”.

Ya con la promesa de Zúñiga, las tropas panameñas avanzaron hacia el villorrio de Coto, para  recobrarlo   sin combate, capturando a treinta costarricenses, con sus fusiles y municiones.

Inmediatamente entrar al poblado, Armuelles buscó y encontró la bandera panameña, abandonada en un rincón,  tras lo cual  ordenó  a Zúñiga Mora que arriara la  costarricense.

Zúñiga  aceptó, a condición de que le permitieran bajarla con  honores.

“Yo accedí a eso  porque pensé que no había motivo para negarles tal satisfacción”, reveló posteriormente Armuelles en el reporte oficial de los hechos.

Al día siguiente, en Panamá, el presidente  Porras recibía desde Progreso, un telegrama fechado 28 de febrero, que le explicaba la operación del día de anterior y cómo el escuadrón de caballería al mando del coronel Laureano Gasca y cien hombres de la Policía Nacional al mando de los capitanes Armuelles, Solís, Grimaldo, el teniente Mejía y el capitán Antonio Alvarado, habían  hecho prisionera a toda la guarnición enemiga, que ya había sido enviada a la capital.

“Loor al pueblo panameño. Firmado, vuestro atento servidor, el jefe de Operaciones, Manuel Quintero”.

Posteriormente, un informe oficial, elaborado por  Domingo H. Turner, pondría también de  manifiesto  “el coraje de Gasca, la cautela de Armuelles y la estrategia y experiencia del general Quintero”.

La bandera panameña volvía a flamear en Coto, pero la guerra no acababa. Vendrían, posteriormente, los verdaderos triunfos de la guerra, y la pérdida final de aquel territorio.

Guerra de Coto III: Triunfan las Armas Panameñas

Materiales

Revista Lotería, septiembre de 1962

Revista Loteria, enero-febrero de 1991

Panamá y Costa Rica, entre la diplomacia y la guera, por Carlos Cuestas

Panamá y Costa Rica (2)

Panamá y Costa Rica (3)

Panamá y Costa Rica (4)

Panamá y Costa Rica (5)

Panamá y Costa Rica (6)

Panamá y Costa Rica (7)

Panamá y Costa Rica (8)

Panamá y Costa Rica (9)