El primer triunfo electoral de Arnulfo Arias

Ocurrió hace 75 años, a finales de mayo y principios de junio de 1940. Mientras que en Europa (II Guerra Mundial), las tropas alemanas avanzaban hacia territorios vecinos, en Panamá llegaba a la recta final lo que llamarían la  “contienda electoral más cruda y enconada de la historia republicana”.

Se batían a duelo, el 2 de junio de 1940,  dos gigantes de la historia del país: el carismático y contradictorio doctor Arnulfo Arias Madrid y el reflexivo abogado y diplomático Ricardo J. Alfaro.

Los turbulentos acontecimientos que se sucedieron eran consecuencia lógica de las heridas, todavía no cicatrizadas, de las elecciones de 1936, en las cuales se había declarado vencedor,  para sorpresa de muchos,   al candidato  del Partido Nacional Revolucionario Juan Demóstenes Arosemena.

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Los cuatro años de gobierno de Arosemena  estuvieron marcados por tramas, conspiraciones  y acusaciones contra figuras como Francisco Arias, Domingo Diaz y Enrique A. Jiménez, representantes de sectores tradicionalmente dominantes, que perdían fuerza frente a nuevos grupos profesionales, comerciantes e industriales.

En lugar de invertir el dinero del Estado en el bienestar de la población, Juan Demóstenes Arosemena se había visto obligado a armar a la policía con el fin de protegerse de “las actividades revolucionarias” de la oposición, decía el presidente en su mensaje a la Asamblea Nacional, el 1 de septiembre de 1938.

Situación social

En 1940, la ciudad de Panamá llegaba a los 96 mil 129  habitantes, tras un crecimiento acelerado de la última década, producto de la inmigración, especialmente de españoles que huían de la Guerra Civil y otros europeos que hacían lo propio por el conflicto que ahora iniciaba en Europa.

Panamá no estaba preparado para incorporar a tan alto número de inmigrantes, que empezaban a controlar el comercio en las ciudades de Panamá y Colón, dando pie a un creciente resentimiento entre los nacionales que decían enfrentar una competencia desleal.

En lo económico, aunque las finanzas del Estado no atravesaban un buen momento, se cernían esperanzas sobre una nueva etapa de desarrollo industrial. En 1939,  el Congreso de Estados Unidos había, por fin, aprobado el Tratado Arias Roosevelt, negociado entre los presidentes Harmodio Arias (1932-1936) y Franklin Delano Roosevelt,  que abría el mercado de la Zona del Canal a productos locales, especialmente la carne de res, cerveza y productos lácteos.

Por otra parte, había inquietud con respecto al movimiento obrero, que, con conciencia de su propio poder tras el Movimiento Inquilinario de 1925, organizaba frecuentes  huelgas, en medio de la creciente popularidad de las ideas socialistas.

Llega Arnulfo Arias Madrid

Ese era el ambiente en Panamá, cuando, en octubre de 1939, arribó al país el doctor Arnulfo Arias Madrid, procedente de Francia, donde había sido enviado extraordinario y ministro plenipoteciario del presidente Arosemena, lo que le había dado la oportunidad de relacionarse con los movimientos de corte nacionalista, populares entonces en Italia y Alemania.

Armado de su doctrina panameñista (“Panamá para los panameños“)Arias venía a asumir la candidatura a la Presidencia, apoyado por los partidos Nacional Revolucionario, Demócrata Liberal Unido, Demócrata y Liberal Unido, que integraban la Coalición Nacional.

Se  enfrentaba al Frente Popular, formado por los partidos Liberal Doctrinario,  Socialista y  Liberal Renovador, que tenían como candidato a  Ricardo J. Alfaro.

20150526_130741Empieza proceso electoral
La fe en que el gobierno organizaría unas elecciones limpias empezó a perderse desde el 1 de diciembre de 1939, cuando se instituyó la Junta Nacional de Elecciones, compuesta por  Enrique Cotes,  Octavio Fábrega, Rafael Samudio, Jacinto López Pablo Alvarado, Harmodio Arias  y Enrique A. Jimenez.

Todos ellos eran, según el embajador de Estados Unidos en Panamá, William Dawson, “ardientes arnulfistas”.

Si la situación había empezado mal, pronto se puso peor. El 16 de diciembre moría un cada vez más popular Juan Demóstenes Arosemena, de un repentino ataque al corazón, y asumía el poder Augusto Samuel Boyd, dando inicio a un turbulento periodo de 5 meses.

Campaña

Ricardo J. Alfaro
Ricardo J. Alfaro

Desde el principio fue lo que hoy llamaríamos una campaña negativa o sucia (tema a debatir). Los arnulfistas acusaban al Frente Popular de ser “seguidores de doctrinas comunistas y estalinistas“.

En cambio, Alfaro aseguraba que el gobierno preparaba “el fraude más grande de la historia“, y tildaba a Arias de “fuhrer criollo”.

La oposición no estaba representada en las juntas electorales, decía Alfaro. No había derecho a la movilidad ni inviolabilidad de la residencia ni de la correspondencia. El gobierno le quitaba a los funcionarios públicos el 10% de su salario para sufragar los gastos de la candidatura de Arias. Se multiplicaban las cédulas de los extranjeros, de los menores de edad y de los residentes de la Comarca de San Blas.

El embajador de Estados Unidos en Panamá, William Dawson
El embajador de Estados Unidos en Panamá, William Dawson

Cuando sus seguidores organizaron una manifestación proselitista en la  Plaza de Santa Ana, con oradores y un enorme retrato de su líder,  el gobierno hizo gala de  sus inclinaciones totalitarias, según reportó Temístocles Diaz. “Todo parecía normal, cuando se apareció un grupo de funcionarios seguidos de la Policía Nacional a pie y a caballo y empezaron a disparar para dispersar a los manifestantes. Los miembros de la policía tumbaron el retrato de Alfaro, lo pisotearon y lo destrozaron a sablazos”, contaba quien presenció los hechos.

Los simpatizantes de Alfaro aseguraban que “sin libertad y sin derechos constitucionales, la única forma de ganar es a través de una revolución“.

El embajador de Estados Unidos en Panamá coincidía. Según reportes de Dawson al Departamento de Estado, Alfaro (quien gozaba de confianza en el gobierno estadounidense) solo podía ganar con “la intervención de Estados Unidos”.

De forma similar pensaba el  capitán L.A. Mc Intyre, a cargo de la seguridad de la Zona del Canal, quien reportaba a Washinton que la Policía Nacional de Panamá tomaba parte activa en la política, apoyando al Dr. Arnulfo Arias.

Según Mc Intyre, entre los 1600 miembros de la policía había “muchos elementos criminales” y sus miembros tenían orden de tirar a matar.

Decomiso de bombas
20150526_131309A inicios del mes de abril comenzó a circular la noticia de que el Frente Popular preparaba una sublevación. El gobierno incrementó las medidas de seguridad y la vigilancia a los líderes de la oposición.

El 28 de abril se hicieron  varios arrestos. Se decomisaron armas y bombas. Los cabecillas del movimiento, entre ellos, Homero Ayala, Félix Oller, Maximiliano Arosemena, Antonio de Reuter, Pedro J. Icaza, Demeterio Porras y Felipe Castro, se refugiaron en el Hotel Tívoli, en la Zona del Canal.

El gobierno de Samuel Boyd consideró a Demetrio Porras, del Partido Socialista, como cabecilla los intentos de subversión
El gobierno de Samuel Boyd consideró a Demetrio Porras, del Partido Socialista, como cabecilla los intentos de subversión

En ese momento, Alfaro decidió no seguir adelante. En un manifiesto en el que solicitaba a la población “no votar”,anunciaba el retiro del Frente Popular de las elecciones. En todo momento negó que hubiese un movimiento subversivo y alegó que la renuncia se debía a que “no existían las garantías debidas” y que él mismo estaba “en peligro de muerte”.

Al día siguiente, faltando horas para las elecciones, Arnulfo Arias capturó la atención de los 150 mil votantes del país, a través de  un largo y provocador discurso emitido por radio, en que delinió los propósitos de su gobierno y su doctrina panameñista.

“Se acabó la era del dolor y la miseria de nuestra masa trabajadora”, indicó, prometiendo  transformaciones fundamentales para el país,  justicia social,   distribución  de las  riquezas entre todos los panameños,  la difusión de la cultura y la defensa de los panameños contra la competencia desleal foránea.

El 2 de junio se celebraron las elecciones y Arnulfo Arias obtuvo su primer triunfo electoral, con casi 90 mil votos, el mayor número hasta entonces alcanzado en la historia del país.

“Hasta los alfaristas votaron por él”, escribió  el embajador Dawson.

Arias tenía apenas 40 años y era el primer presidente de la llamada “generación republicana”.

A pesar del triunfalismo que reinaba en ese momento, sobre el horizonte se cernían negros nubarrones. Como le sucedería en varias ocasiones en su vida política, su carácter jugaría al doctor Arias una mala pasada.

20150526_130548Así fue captado por el  embajador Dawson, quien lo describiría en los siguientes términos: “Arias es inteligente, valiente, fuerte, de gran voluntad, de maneras agradables, el perfecto hombre de sociedad. Es buen conversador y un líder extraordinario”. Pero, proseguía: también es  racista, violento, impulsivo, vengativo, inescrupuloso, egoísta,  volátil, depresivo,  con “madera de dictador y tendencias fascistas”.

En su libro, el Drama de América Latina, el escritor  John Gunther lo llamaba “uno de los hombres más  complejos y contradictorios de las Américas”.

Fuente: Estudios sobre Panamá Republicano, Convulsión y Reformismo, 1931-1940