“Panamá era, quizás, demasiado indefenso, lo que permitía sacar el cobre a algunos funcionarios de Washington, deseosos de mostrar que eran ‘negociadores hábiles’. Algunos países africanos se han encontrado con una actitud similar: ‘Vamos a joder a Sierra Leona’, cuando no pueden hacer lo mismo con Nigeria. Es una suerte de problema de personalidad como la del matón de barrio” Charles Stuart Kennedy
Este artículo es la tercera y última parte de una serie sobre el embajador Joseph McFarland y su años vividos en Panamá previos al 9 de enero de 1964. Los anteriores son El último embajador y Un matrimonio a punta de pistola
Caía ya la tarde, un día de febrero de 1963. En el edificio de la representación de Estados Unidos en la Avenida Balboa, el embajador Joseph Farland, leía los últimos documentos del día, cuando recibió una llamada telefónica. Era el presidente panameño Roberto “Nino” Chiari.
“Joe, ponte tu camisa, que te voy a recoger en la residencia de La Cresta”, le dijo.
El tono de urgencia de Chiari convenció al embajador de que debía hacer lo que el presidente le pedía sin poner objeciones.
Una hora después, ya sin saco y corbata, lo esperaba en la residencia del embajador de Estados Unidos en Panamá, en el punto más alto del elegante barrio de La Cresta, a donde el presidente llegó manejando su propio automóvil y sin escoltas.
Mientras conducía el vehículo a través de las empinadas lomas hasta la Vía España, el mandatario panameño comenzó a desahogarse sobre la situación que lo acongojaba.
“Joe, necesito más dinero“, dijo.
“¿Más dinero? ¿Y eso por qué, Nino?”, preguntó, no muy sorprendido, el embajador.
“Para correr mi gobierno”, indicó el presidente, planteándole que, dada la negativa del gobierno estadounidense de negociar un nuevo tratado para el Canal de Panamá hasta la culminación de los estudios de un canal a nivel ver Un matrimonio consumado a punta de pistola) el país necesitaba que el Canal le reconociera más entradas.
“Propongo 50 millones, 10 millones cada año”, indicó Chiari, planteando un pago adelantado en calidad de aumento de la anualidad correspondiente a los próximos cinco años, fecha en que terminarían los estudios del canal a nivel.
“Es mucho dinero”, objetó el embajador, sacando a relucir el apoyo de $14 millones en donativos y $6 millones en préstamos que el país estaba recibiendo de la Alianza para el Progreso.
“Una cosa es el dinero de la Alianza, que es un programa latinoamericano, y otra lo que por justicia le corresponde a Panamá en relación al Canal”, le contestó Chiari, para confesarle inmediatamente al embajador lo que muchos de los allegados de su gobierno temían: la inminencia de una explosión popular.
SITUACIÓN DESESPERADA
De acuerdo con el relato ofrecido por el embajador Farland al Programa de Historia Oral de Estados Unidos, la situación de Chiari era desesperada. A dos años y medio de su gestión presidencial, su gobierno parecía estar en la quiebra económica y política.
Las negociaciones propuestas por el presidente John F. Kennedy durante la visita de Chiari a la Casa Blanca, en junio de 1962, estaban resultando un fracaso.
Después de 7 meses de establecida, la comisión especial para mejorar las relaciones entre ambos países, de la que formaba parte el mismo Farland, solo había podido acordar la izada de la bandera panameña en algunos puntos de la Zona del Canal a partir de enero de 1964 (el edificio de la Administración del Canal, entre ellos).
“Fuera de toda consideración” se consideraron las propuestas de izar la bandera en los barcos que pasaban el Canal o en las entradas de las bases militares, lo mismo que otras solicitudes de tipo económico hechas por Panamá, como oportunidades de entrada de las empresas panameñas en la Zona del Canal, la construcción de un puente sobre la costa atlántica o el traspaso de tierras no usadas por los norteamericanos. A otros reclamos como el uso de facilidades portuarias o iguales oportunidades para los empleados panameños del Canal, contemplado en los tratados Remón Eisenhower, el Departamento de Estado le daba largas interminables.
La falta de logros en el tema canalero no ayudaba al gobierno de Chiari, acosado por una situación fiscal y política complicadas.
El endeudamiento público , que alcanzaba ya los $130 millones, estaba llegando a su límite. Si el país seguía operando a tal nivel de déficit, habría que esperar una crisis económica en dos años.
Los problemas sociales del país también eran inquietantes.
El PIB crecía cada año, pero a un ritmo demasiado lento si se comparaba con el acelerado incremento poblacional, lo que hacía caer el nivel de vida de los panameños.
Además, estaban los problemas de arrastre.
El 22% de la población de 10 años y más era analfabeta. Entre los mayores de 7 años, solo el 12.4% del país había terminado la escuela primaria; el 1% había concluido la escuela secundaria; el 1% iba a la universidad.
Las estructuras agrícolas eran tan arcaicas que el país importaba 60% de sus alimentos. Las zonas productivas estaban aisladas, sin caminos ni vías de penetración.
En la ciudad había 18 mil personas desempleadas.
La Alianza para el Progreso había significado una gran ayuda para llevar a cabo proyectos sociales necesarios (construcción y mantenimiento de escuelas, hospitales, acueductos y caminos de penetración) pero a costa de una fuerte presión sobre las finanzas públicas, (el dinero de los estadounidenses comprendía solo una parte de las inversiones y la otra la debía poner el gobierno panameño).
En lo político, la alianza de partidos que había llevado a Chiari al poder se había desecho. Su ministro de Finanzas, Gilberto Arias, se había pasado a la oposición, llevándose con él el Tercer Partido Nacionalista y sus 9 votos de la Asamblea Nacional, mientras conformaba una nueva alianza que se perfilaba exitosa para las próximas elecciones.
“El país está en una crisis extraordinaria que no se logra superar con planteamientos ideológicos, sino llevando al poder a hombres de talento y capacidad…. Nuestro pueblo está hambriento y clama por trabajo, tierra, techo y pan y son los hombres decididos los que pueden sacarlo de esta situación”, había dicho Gilberto Arias al momento de anunciar su salida del gobierno y firmaba el acuerdo para la formación de la Coalición Patriótica Nacional, con Alfredo Alemán (Dipal), Luis Alfaro y Víctor Goytía (Resistencia Civil) y Mario Cal ( Partido Renovador), de acuerdo con la versión de La Estrella de Panamá.
LOS PROBLEMAS DE FARLAND
Farland entendía muy bien la frustración de Chiari pero sabía que las solicitudes panameñas serían difíciles de concretar. El mismo embajador, nombrado por el presidente Dwight Eisenhower (1954-1960), se había enfrentado en múltiples ocasiones con la mala voluntad de algunos funcionarios del gobierno de John F. Kennedy (1961-1963), que lo veían como indeseable por no ser diplomático de carrera y haber ingresado al engranaje del Departamento de Estado gracias a sus conexiones con el Partido Republicano.
De hecho, la única razón por la que Farland había continuado en su puesto al frente de la embajada panameña tras la toma de posesión de Kennedy (Partido Demócrata) fue la petición firmada por miles panameños, entre ellos el presidente Chiari, de que lo mantuviera en el puesto.
“En retrospectiva, no estoy seguro de que me hubieran hecho un favor”, rememora Farland en su entrevista, quien asegura en este mismo espacio que «desde la llegada del gobierno de Kennedy habían empezado sus problemas».
Farland hace alusión a su disgusto ante las actitudes de funcionarios como el secretario de Estado Dean Rusk y su subsecretario para Asuntos Interamericanos Ed Martin, cuya fría lógica anglosajona estaba fuera de sintonía con los esfuerzos de Kennedy por ayudar a América Latina. Martin especialmente, a cargo de la supervisión de la Alianza para el Progreso, según Farland, “podía ser, tal vez, un buen economista”, pero “mostraba una notable antipatía” hacia los panameños.
Chiari y Farland recorrieron la ciudad durante varios horas sin rumbo fijo, hasta descubrir una oportunidad:la próxima Cumbre Centroamericana, en San José, Costa Rica, del 18 al 22 de marzo de 1963, organizada por el Departamento de Estado. Era una ocasión ideal para presentar el caso panameño nuevamente al presidente Kennedy.
REUNIÓN EN COSTA RICA

En San José, Costa Rica, Chiari se reunió durante media hora a solas con el presidente estadounidense y le expuso sus peores miedos sobre la situación del país.
De acuerdo con un memo fechado el 20 de marzo de 1963 y publicado en el website del Departamento de Estado, después de la reunión, Kennedy quedó muy preocupado y se puso en contacto con el secretario Rusk, Martin, Ralph Dungan y con Farland y les hizo numerosas preguntas relacionadas con la situación política, económica y social de Panamá.

El presidente le pidió a Rusk que le diera particular atención a los asuntos de Panamá.
A Farland, le dio instrucciones de viajar a Washington en el mes de abril y visitar a tantos congresistas como le fuera posible con el propósito de tantear la posibilidad de aumentar la anualidad del canal a Panamá, tal como había sugerido el presidente Chiari.
Un mes después, en la reunión de seguimiento sobre el tema, detallada en otro memorándum del Departamento de Estado, fechado el 7 de mayo de 1963, Farland señaló que había encontrado una actitud favorable de los congresistas.
Sin embargo, Kennedy, quien tenía problemas para conseguir apoyo para varios de sus proyectos en el Congreso, ahora se mostraba reacio a acudir a ellos para obtener fondos para Panamá.
Se acordó entonces buscar dinero extra de la AID o la Alianza para el Progreso.
En sus recuentos al Progama de Historia Oral, Farland relata que ese mismo día había sido invitado a una reunión para tratar el tema de las ayudas económicas a Panamá con el subsecretario Martin.
El día del encuentro, habían acudido a la reunión entre 16 y 18 funcionarios del Departamento de Estado, pero pasaron diez minutos y el subsecretario no aparecía. El embajador Farland, claramente molesto, señaló a los presentes:
“Me imagino que habrá una razón por la que Martin no está aquí presente. Empezaré dando los antecedentes”. .
No había terminado de decir esto, cuando la puerta del salón se abrió violentamente a sus espaldas y apareció Martin, quien en voz alta y alborotada, según narra Farland, advirtió al embajador:
“Solo te voy a decir esto una vez, porque no me gusta estarlo repitiendo: no vamos a dar un centavo más a esos condenados panameños”.
“Reunión en la Casa Blanca, el 29 October 1962”, por Cecil Stoughton, White House. The John F. Kennedy Presidential Library and Museum, Boston.
Para Farland, esa fue la gota que colmó el vaso. Sin decir nada, juntó sus papeles y salió de la habitación, para dirigirse a la oficina del jefe de personal de la Casa Blanca, Ed Dungan. Allí le anunció que su actividad en Panamá había finalizado.
Su carta de renuncia al presidente Kennedy, firmada el 25 de julio de 1963, hacía alusión a la “amistad sincera, armonía y buena voluntad que me han manifestado todos los sectores del pueblo panameño”, del cual “me despido entristecido por un sentido profundo de pérdida personal; con un cariño por esta nación y con recuerdos inolvidables de los últimos tres años”.
Los intentos del presidente Nino Chiari por obtener más ventajas financieras y simbólicas del canal no produjeron más resultados que el derecho a izar la bandera en 16 puntos de la Zona del Canal a partir del 1 de enero de 1964.
El 22 de noviembre de ese mismo año, el presidente Kennedy moría asesinado en la ciudad de Dallas, en el estado de Texas. Hasta los sucesos del 9 de enero de 1964, el puesto dejado por Farland todavía permanecía vacío.
MATERIAL ADICIONAL
Memorandum de Reunión en Costa Rica, 20 de marzo de 1963
Memorandum de Reunión en Washington, 7 de mayo de 1963
Entrevista con Joseph Farland para la Biblioteca del Congreso
Muy interesante. Enseña cosas o situaciones que se vivían en aquellos años y que fueron precursoras de un siguiente gobierno del mismo corte, cuyo presidente Robles lo juzga y destituye la Asamblea Nacional y sube el vicepresidente Delvalle. La Guardia Nacional no lo reconoce….vienen elecciones que las gana Arnulfo Arias y en solo 11 días el golpe de estado y nos ganamos la dictadura militar por 21 años.
Miremos y aprendamos de la historia. En los 50 derrocan a Arnulfo y lo juzgan; asesinan a Remón y juzgan a Vicepresidente Guizado por ser el cerebro del complot; suben a otro, que era Ricardo Arias y viene Ernesto de la Guardia, Chiari que es el que nos describe el artículo y sube Robles quien como dije antes, es destituido.
Ahora juzgamos a un ex-presidente y tengamos cuidado con los pescadores de río revuelto.
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“Llama poderosamente la atención cómo el discurso de la clase política de entonces, que es la misma que la de ahora, era el mismo, que los recursos del Canal eran la panacea que sacaría al pueblo panameño de la pobreza de sus sistemas de educativo, de salud, etc., etc. Hoy tenemos esos recursos, 100 veces más de lo que habría soñado Chiari y su cúpula de la oligarquía criolla y ¿Qué? El sistema educativo es una porquería, nuestro sistema de salud es una porquería, nuestro sistema de recolección de basura es una porquería, y no tenemos agua potable, ni la tendremos para operar eficientemente el Canal ampliado. Finalmente, tenemos este descalabro escandaloso de Administración del Proyecto de la Ampliación prohijado y administrado por la administración panameña del Canal. Yo pienso que los panameños lo que tenemos que hacer es olvidarnos de que el Canal existe, y de sus ingresos que entran en un bolsillo y se van a aquel que siempre los quizo tener y que utilizó la excusa de las miserias del pueblo para hacerse de ellos, simplemente, nunca los veremos.”