Amelia Denis de Icaza

Varias generaciones de panameños han leido y disfrutado su poema «Al Cerro Ancón», uno de los más hermosos himnos de amor a la patria escritos por un panameño o panameña.

El poema «Al Cerro Ancón» se dio a conocer en el año 1906, al ser publicado por primera vez en el semanario «El Heraldo del Istmo», cuando, de visita en el istmo, su autora, Amelia Denis de Icaza, buscaba verter la tristeza y añoranza que sentía al observar cómo aquellos sitios de esparcimiento familiar que tanto gozara en su niñez habían sido traspasados a los estadounidenses en la Zona del Canal.

En especial, le dolió observar cómo aquel cerro centinela, donde se ubicaba el hermoso chorrillo que alimentaba de agua a la ciudad, era ahora inaccesible.

Tenía entonces 70 años, pero, siendo una mujer ya curtida por las experiencias y la vida, no era inmune a los sentimientos más hondos hacia su patria.

No fue ella quien le diera mucha importancia a este poema. Fue su hija Julia quien lo descubrió entre los papeles de su madre y lo mostró con orgullo a su esposo, que inmediatamente decidió llevarlo a su amigo Guillermo Andreve, director de El Heraldo del Istmo, para que lo publicara.

No solo eran sus rimas y profundidad, resumen de los sentimientos colectivos de los panameños de la época; el poema calaría profundamente en la conciencia también por haber sido escrito por una mujer, la primera panameña que daba a conocer su obra poética, en un tiempo en que se esperaba que estas se limitaran a ser esposas y madres de familia.

NACIMIENTO

Amelia Denis de Icaza nació en el año 1836, hija de Saturnino Denis,
distinguido periodista de origen francés y la panameña Carmen Durán. A diferencia de la mayoría de las familias de la época, en el hogar de los Denis se animaba a las niñas -Amelia (la mayor), Mercedes y Matilde- a estudiar, leer y formarse, no solo a través de las pobres lecciones que se les brindaba en la escuela elemental de niñas de Santa Ana, a la que acudían, sino también a través de la lectura de la biblioteca familiar.

Animadas por sus padres, las niñas solían pasar largas horas leyendo en la sala de la casa, desde donde se podía observar la majestuosa silueta del Cerro Ancón. De hecho, Amelia no fue la única autora sobresaliente de la familia. El insigne poeta Ricardo Miró Denis fue hijo de su hermana Mercedes, quien le transmitió a su vástago su amor por las letras y especial sensibilidad poética heredada de su padre Saturnino.

PÉRDIDA DE SU PADRE

En 1854, la vida de la familia dio un vuelco cuando murió el «pater familias», obligando a su viuda Carmen y a sus tres hijas a dedicarse a la modistería para sobrevivir.

Muy joven, Amelia contrajo matrimonio con el panameño José Antonio Ramírez, con el que tuvo tres hijos: Ernesto, Julia y Florencio. Tristemente, en el año 1869, quedó viuda. Diez años después, en 1879, se casaría por segunda ocasión con José María Icaza, con quien tuvo una cuarta hija, Amelia de las Mercedes.

INFLUENCIAS

Con su segundo esposo se trasladaría a Guatemala, donde haría una vida plena, dedicada a criar a sus hijos, a atender a su esposo, a la profesión de modistería. En sus ratos libres, seguía haciendo poesías y otros escritos que enviaba a periódicos como «El Bien Público», «El Tabajo» y «El Día», que abrieron sus puertas a su talento. En esta época fue nombrada “Socio Honorario” de la “Sociedad Literaria El Porvenir” (guatemalteca), un honor que aceptó humildemente.

TEMAS

Amelia, una mujer de gran cultura y sensibilidad humana, se refugió en la poesía para aliviar el dolor provocado por las grandes pérdidas que sufrió a lo largo de los años.

La tristeza por la muerte de su padre, la de su primer esposo, la de su madre, la de su hijo Ernesto, su hijo Florencio, su segundo esposo, su nietas Amelia y Hortencia, todas serían plasmados en sendas poesías.

Por más fuerte que fuera su dolor, nunca se desentendió del mundo que la rodeaba y muchos de sus versos son un reconocimiento y homenaje a la gente humilde y luchadora. En Guatemala se sintió inspirada por el indígena local, y admiró sus telares y textiles tejidos a mano. A ellos dedicó los poemas “El trabajo”, “El tejedor y su esposa”, “Los tejedores”, “Fábula” (Anais Ileana Morán Rovi, Protagonistas del siglo XX panameño).

Tambien utilizó su arte para hacer denuncias de los vicios sociales de la época. Por ejemplo, en “La joven madre. A los pies de María” (1878), critica al hombre que deja en cinta a una mujer joven y la abandona. En «El Crimen Social» y «Por fin fui rico», critica el afán de riqueza y el desprecio hacia los más pobres.

«En Bienaventurados los que lloran» denuncia el trato que se le da a la mujer. Lo mismo hace en “Altivo memorial en verso”, de 1885, en el que emite una fuerte denuncia contra el gobernador Ramón Santodomingo Vila, autor de un decreto que prohibía a las “mesalinas” vivir en el barrio de San Felipe, donde residían las familias adineradas, pero se les autorizaba permanecer en el arrabal de Santa Ana, el viejo barrio de Amelia (Morán Rovi).

En «Noche de Bodas», describe sobre los insospechados placeres de la mujer virgen que se entrega a su amado. (Hálleme por encanto ceñida entre sus brazos / desapareció al punto aquel temor pueril / pues dióme tales besos, tan férvidos abrazos / que ardió en el acto mismo mi sangre juvenil…)

El desarrollo de los eventos económicos y políticos del país también fueron motivo de inspiración. En 1885 escribió «Al inteligente ingeniero Fernando de Leseps», cuando iniciaban los trabajos de construcción del canal francés. Años más tarde, también recogió el fracaso de su esfuerzo en «En el Moribundo Canal». En «Patria» hizo un canto a los horrores de la Guerra de los Mil Días. En «Ecce Homo», se queja de los tratados Hay Bunau Varilla.

«Fue una de las primeras en reaccionar y exaltar la figura de Victoriano Lorenzo, en un verso en el que defiende al primer guerrillero de América y exalta su intrepidez, su valor, y su ética, el darse a sus ideales de liberar a sectores indígenas y campesinos históricamente marginados», señala Morán Rovi.

POESÍAS MÁS FAMOSAS

El valor de la poesía de la escritora panameña fue reconocido en su tiempo. Ya en 1875, el escritor colombiano incluía dos de sus poesías, en su antología Poetisas americanas. Ramillete poético del sexo bello: “A un caracol vacío” (1856) y “En las montañas de mi Patria».

Su obra fue recogida póstumamente por su nieta Hortencia en la publicación Hojas Secas, publicada en León, Nicaragua, en 1927.

Fue en este país pasó sus últimos años, desde 1894, hasta su muerte en 1911. Al igual que en Guatemala, tuvo una vida social activa y fue aceptada por la sociedad nicaraguense. En León conoció a Rubén Darío, con quien llegó a sostener amables diálogos, tanto en Nicaragua, donde residía, como ocasionalmente en Panamá (Morán Rovi,  Protagonistas del siglo XX panameño, XXX ).

Sus restos fueron sepultados en el Cementerio Central de Managua, pero posteriormente fueron exhumados y repatriados a Panamá, en 1936, con motivo del centenario de su natalicio.

Al respecto dice Rosa, su nieta: Los restos llegaron por barco a Balboa. Venían en una caja que iban a depositar en el cementerio Amador. Y entonces surgió el dilema. Si ella no había querido poner el pie más allá de la línea demarcadora, ¿cómo iban a desembarcar sus restos en la Zona? Algo verdaderamente emotivo y romántico. Resolvieron envolverlos en la bandera panameña y trasladarlos a la ciudad de Panamá. 

En El Heraldo del Istmo 76, revista literaria editada por Guillermo Andreve, en 1905, Amelia Denis de Icaza define su poética:

«La Poesía es en mí cosa ingénita: produzco mis versos con una facilidad increíble. Basta solamente con que algún suceso me toque al corazón y despierte mis sentimientos, para que ellos fluyan como el agua de una fuente. Eso sí, no me pidan versos pensados, versos en que todo lo haya puesto el cerebro y nada el corazón, porque no podría complacer. Yo soy poetisa por el sentimiento».

Con motivo de su centenario, el gobierno erigió un monumento en su honor en el parque de Santa Ana, en la ciudad de Panamá.

4 comentarios

  1. Amelia Denis de Icaza es la cantora de la nacionalidad con su portentoso poema Al Cerro Ancón, su elegía a Victoriano Lorenzo, en Patria denuncia la Guerra de los Mil Días, la critica del Tratado del canal, etc. Su prosa tiene aroma de patria libre y de épica de la soberanía. Si. Ella es la poetisa de la nacionalidad y no, como se ha pretendido, Ricardo Miro. El poema patria es un sentimiento brillante de nostalgia cuando se esta lejos del terruño. Eso es. Distante del encono porque un extraño mancillo el suelo patrio o el despótico colombiano fusiló al primer guerrillero del continente: Victoriano Lorenzo. Al dia siguiente de ese crimen el poeta de la nostalgia paseaba con el verdugo de Victoriano: el traidor de Esteban Huertas.
    Pocos conocen la poesía erótica de Amelia. En este magnifico ensayo se cita «Noche de Bodas».
    Amelia es una Diosa mitológica.
    Siempre creativa, rigurosa y sabia Monica Guardia en sus entregas.
    P. S. Perdonen la ortografía. Mi móvil es anárquico.

  2. Ya lo había leído el 1 de febrero de este año. Sigue siendo una obra de arte biográfico de fácil lectura.

    Lástima la adición de un señor que no sabe separar el arte de las ideologías desfasadas…

Responder a Luis Admade ZaldivarCancelar respuesta