Un libro que ilumina el periodo colonial, el más oscuro de la historia panameña

Los españoles intentaron sentar las bases de una sociedad a la imagen de Castilla, pero se les fue de las manos. América no era España. Surgía un nuevo mundo con sus propios modelos, hitos y dificultades, un gigantesco laboratorio donde los viejos modelos tuvieron que adaptarse a su intrincada y variable realidad

Conversar con el doctor Alfredo Castillero Calvo es como adentrarse en el mundo de Las Mil y Unas Noche, ese ambiente misterioso y fantástico en el que el narrador empieza a relatar una historia, que  termina siendo una historia dentro de una historia dentro de una historia…. “Es una costumbre que tengo desde niño”, dice, añadiendo: «No sé de dónde salió». 

Tengo mi tesis: probablemente, ese deseo de «contarlo todo» proviene de la profunda satisfacción de quien ha construido un enorme rompecabezas a partir de infinidad de pequeños descubrimientos -un proceso a veces de años-, y que le ha dado no solo un  particular dominio de los hechos que narra, sino de sus  raíces, antecedentes, circunstancias de los protagonistas y  su relación con otros acontecimientos ubicados en sitios distantes del mundo.

Como al lector de Las Mil y Una noches, para el que escucha cada historias resulta fascinante en sí misma, pero cuando el tiempo es limitado, hay que volver al tema principal para evitar que la conversación se vaya demasiado lejos.

“Volvamos a la ciudad de Panamá”, hay que decirle de vez en cuando, dado que ya son las 12 del medio día y él ha confesado que tiene hambre y está perdiendo la voz.

Rodeados de interesantes piezas de arte, libros y más libros, conversamos sobre el tema que nos ha unido en esta ocasión: su última publicación,  “Antología Histórica”, auspiciada por el Sistema Nacional de Investigación y la Senacyt, los mismos organismos que respaldaron su designación, el año pasado, como “primer investigador emérito” del país.

«¿Es el libro número cuánto? ¿60? ¿70?», le pregunto. Pero esa es  una respuesta que no tiene: “Hace tiempo que dejé de contarlos”, expresa, quedando sobreentendido que a sus 80 años, está organizado ya para los muchos más que vendrán en el futuro próximo.

Pero, en medio de esa vasta obra acumulada, que el historiador cubano Manuel Moreno Fraginals describe como “la cumbre historiográfica de América Latina», su nuevo “hijo” no lo deja de llenar de orgullo. Más, cuando, como es el caso de sus últimos proyectos,  los conocimientos ganados en  la industria editorial le permiten ejercer como creativo en el aspecto de  diseño gráfico.

«Nos hemos ajustado al presupuesto y el resultado es una obra decorosa. El interlineado, el papel, el tamaño, todo facilita la lectura», algo que indudablemente añade importante valor al contenido, «tremendamente ilustrativo» de la era colonial, la más desconocida de la historia nacional.

indias.jpgAntología Histórica, presentado este mes de julio, recoge artículos, ensayos, conferencias del autor y permite entender las fundaciones de la sociedad panameña, desde la perspectiva legal, social, económica, religiosa y política. Muestra los resultados de los esfuerzos de la Corona de Castilla por trasplantar «los modelos institucionales y jurídicos de la Madre Patria, un esfuerzo que termina por  transformar  el mundo americano de arriba abajo, desde la organización espacial y paisaje natural hasta la dieta» y que produce la primera globalización conocida.

El libro está lleno de detalles, pero fácil de leer; engancha y resulta tremendamente  provechoso al panameño de hoy, porque permite entender las raíces y fundamentos de la sociedad panameña, su economía de servicio, sus luchas de poder, su propensión a la corrupción, con reglas diseñadas para favorecer a grupos particulares de poder, y cómo, en ese panorama, surge la grieta por donde se cuela una que otra revolución de la masa explotada.

Uno de los capítulos más interesantes del libro, «La Constitución gaditana de 1812», por ejemplo, permite entender  la independencia del istmo fuera del contexto de Segundo Villarreal y el poblado de La Villa, para colocarlo en un ambiente mucho más amplio: la España invadida por Napoleón,  que da lugar a la Constitución de Cádiz, que limita los poderes del monarca, ubica la soberanía en la Nación, impulsa la separación de poderes,​ la libertad de imprenta y el sufragio universal  masculino indirecto.

Especialmente importante es que el ubicar la soberanía en la Nación (el pueblo organizado), impulsa a los cabildos populares, que en toda América Latina se movilizan en iniciativas de autogobierno.

archivode indias2.jpgREFLEXIONES SOBRE LA HISTORIA

La obra está impregnada de reflexiones sobre la importancia de la enseñanza de la historia: «los estados nacionales más avanzados han comprendido que la enseñanza y difusión de la historia constituyen un vehículo fundamental para la creación de conciencia colectiva y alentar el patriotismo» (página 200).

También, sobre las fallas que esta ha tenido en Panamá: «La historia de Panamá está impregnada de ambiguedades, contradicciones, confusiones, omisiones, asunciones y mitos… Grandes tramos del pasado se desconocen totalmente y permanecen ocultos bajo un manto de sombras. Se percibe el pasado lejano como un cúmulo de eventos que no tienen que ver con el presente. Y se machaca persistentemente en lo que ha ocurrido desde 1903 para acá, como el único pasado que debiera interesarnos. Como si surgiese de la nada y hubiese sido posible sin las varias centurias de experiencias colectivas que lo prepararon» (página 199).

ECONOMÍA Y GRUPOS DE PODER

Sobre la construcción de la economía organizada en el istmo, nos dice: «Desde temprano en la década de 1530 , es decir, casi en el mismo momento que llegaban al Perú los primeros europeos y empezaba a explotarse la ruta panameña como punto de encuentro mercantil, numerosos aventureros y empresarios se radicaron en Panamá y Nombre de Dios, dedicándose casi a cualquier actividad económica que representara oportunidades de negocios, ya sea en el comercio de importación y exportación, en los transportes hacia y desde el istmo o entre las ciudades terminales; en la ganadería, en el alquiler de casas, en la construcción de barcos y viviendas; en la pesquería de perlas, en la extracción maderera y aurífera, e incluso procuraron participar como socios o empresarios en las campañas de conquista de Veraguas, famosa por sus minas de oro y su abundante población indígena. Nada que prometiera  ganancias escapaba a su rapacidad, y esa mentalidad nunca abandonó a los grupos de poder que se radicaron en Panamá desde entonces».

En esa economía de explotación, fueron surgiendo desde muy temprano los primeros grupos de poder económico de la era colonial: «Eran bandos opuestos con intereses políticos enfrentados, pero también rivales en el plano económico, ya que si por un lado compiten por el mismo mercado, por otro, cada grupo tiene una mayoría alineada en sectores económicos claramente diferenciados, a saber, el agrícola por un lado y el mercantil por otro, y aunque no siempre esta dicotomía es muy clara, es evidente el énfasis de los unos en el agro y de los otros en el comercio» (página 203 ).

«Así, desde sus distintas posiciones de fuerza, cada grupo procuró imponer sus intereses mediante un intenso juego de influencias y presiones en la arena política y administrativa. El grupo de Arias de Acevedo se aseguró el favor de los gobernadores Alonso de Almaraz, Francisco Pérez de Robles, Alvaro de Sosa y Sancho Clavijo; pero, a su vez, el grupo de Fernández de Rebolledo, con el apoyo de los comerciantes, tuvo mucha influencia sobre los oidores Paz de la Serna y Ramírez de Quiñónez, el gobernador Juan Barba de Valecillo y el teniente general Juan Ruiz de Monjaraz. De esa manera, ambos grupos ejercieron su ascendiente sobre los representantes del poder metropolitano. Esta pugnacidad cubre un periodo de aproximadamente cinco lustros, es decir, toda una generación».

CORRUPCIÓN COMO LUBRICANTE DE LA ECONOMÍA

«La corrupción jugaba un papel esencial en el sistema colonial y era uno de sus fenómenos más característicos. El sistema colonial era esencialmente corrupto. Era la corrupción el factor decisivo para que movieran sus engranajes y la vida económica y política funcionara. La corrupción en sus más variadas formas – cohechos, sobornos, o cuelgas o regales, era el lubricante que ponía en marcha la maquinaria colonial. Era consustancial al  sistema y el principal estímulo para las voluntades dormidas y hasta podría decirse que no puede entenderse el sistema colonial sin la corrupción» (página 56)

EL SISTEMA DE CASTAS

«El español había procurado transformar la sociedad, trasladando a América un conjunto de normas de conducta, escalas de valores, creencias y prejuicios, es decir, un cuerpo más o menos articulado de nociones que según las costumbre europeas regulaban el comportamiento social, las jerarquizaciones y asimismo las expectativas que cada quien debía o podía aspirar para sí. Era un complejo aparato sociocultural que provenía de una densa tradición multisecular. Básicamente, estos esquemas mentales sobrevivieron a la prueba de las distancias y lograron aclimatarse sobre todo allí donde había un grupo blanco dominante».

«¿Hasta qué punto esta pretensión de replicar el modelo de sociedad peninsular tuvo éxito? La realidad americana empujó ese modelo, inexorablemente hacia sucesivas adaptaciones cuyo resultado fue la creación de una sociedad nueva y muy distinta a la peninsular. Dueño del poder, el español readaptó sin dificultades sus instituciones tradicionales y estableció una amplia normativa acomodada a las circunstancias del Nuevo Mundo; de hecho, en el ámbito de la ley dejó muy poco espacio sin cubrir. Esta legislación acaba definiendo los roles de cada grupo y se basa en el principio de que cada uno de ellos se mantendría separado del otro, sin posibilidades de mezcla».

«Las desigualdades sociales de la colonia eran construcciones históricas y culturales, fundamentadas ideológicamente en el discurso del derecho de conquista y de la creencia en la superioridad del blanco» (página 160).

El libro está a la venta en la librería del Museo del Canal (!a buen precio!, dice el doctor Castillero).

 

Un comentario

Deja un comentario