Buenaventura Correoso: del arrabal a la Presidencia del Istmo

Fue el político más importante de Panamá en el siglo XIX, pero ha sido olvidado por la historia y por los panameños.  Una novela de Andrés Villa nos permite recordar su heroica figura 

A los 22 años, Buenaventura Correoso era representante de Santa Ana en el Cabildo de la ciudad de Panamá. A los 25,  presidió el juicio contra los implicados en el incidente de  la Tajada de Sandía.  A los 29, se unió al general  Tomás Cipriano de Mosquera para combatir a los anexionistas istmeños.

Fue miembro de la Cámara de Diputados y tres veces presidente del Estado Federal del Istmo de Panamá. Sufrió el exilio, combatió en múltiples batallas, por lo que fue nombrado general del ejército colombiano. Fue venerado por las grandes mayorías del país, que en 1852 organizo en su honor la mas famosa marcha de la historia del pais, la Marcha de las Antorchas.

Su vida es uno de los más perfectos ejemplos de esa extraordinaria categoría de individuos que emerge de la masa  anónima y que a través de esfuerzos propios logra  colocarse en el centro de los  grandes acontecimientos de su tiempo.

”Sin duda los  panameños tenemos una deuda con Buenaventura Correoso”, sostiene el escritor y novelista Andrés Villa.

“Parece mentira, pero todos los que trabajaron con él, sus ministros, sus principales ayudantes, a todos se les ha rendido tributo, pero el general Correoso, sin duda el político más destacado de Panamá en el siglo XIX,  ha sido olvidado por los historiadores y por las siguientes generaciones de panameños. Todavía no existe una escuela o un monumento o una pequeña estatua en su honor».

Para Villa, esto no es casual, sino parte de una clara tendencia entre  los gobernantes  del país de sepultar en el olvido a los héroes populares.

 

FASCINADO POR CORREOSO

Villa,  autor de novelas como La nueve (2007); Perdedores (2009);  9 de enero, la novela (2013); Runnerls, el verdugo del yankee strip (2012), quedó fascinado por la figura de Correoso al emprender por cuenta propia sus estudios e investigaciones históricas. Su cariño hacia  el personaje lo llevó a escribir la novela Correoso, Arrabal Ardiente (2012), centrada en el período histórico en le tocó vivir.

«El siglo XIX fue una  época de cambios profundos;  la abolición de la esclavitud, la creación del Estado Federal, la popularización de la doctrina liberal, con su concepción de ruptura, de pensamiento crítico. Fue  una época en que algunos sectores impulsaban el laicismo como reemplazo de la tradición religiosa, las instituciones civiles en sustitución de las eclesiásticas.  Está claro que ello tenía que provocar resistencia, inestabilidad, dando origen a las múltiples revoluciones que ocurrieron en el istmo, como parte de los Estados Unidos de Colombia», sostiene Villla.

La misma ciudad de Panamá tenía sus propios problemas, continúa el escritor. Uno de los principales era la división marcada de las clases sociales, simbolizada en la muralla que separaba el barrio de San Felipe del de Santa Ana, dando pie a la metáfora de los “de adentro”, es decir, los ricos comerciantes de origen europeo y “los de afuera”, los esclavos, los empleados, los forasteros que recién llegaban de paso, en su mayoría  mestizos, mulatos o negros.

Fue en  ese  escenario en que le tocó vivir a Correoso.

«Su vida  puede catalogarse como una novela de aventuras», prosigue el escritor. En ella no hubo medias tintas. Todo fue drama,  grandes victorias y  momentos de aparente fracaso que luego guiaban a otro nuevo éxito.

UNA VIDA LLENA DE AVENTURAS

«La carrera política de Correoso empezó por su compromiso con los  vecinos del arrabal de Santa Ana, a la gente a la que él se debía, con quienes se identificaba», dice Villa.

Correoso se codeaba con los grandes personajes del arrabal santanero, “una élite de mulatos letrados, que se destacan por su inteligencia y educación”:  Benjamin Ruiz, Rafael Aizpuru, José María Llorente, José Dolores Urriola y Faustino Antonio Figueroa  (Revista Lotería, de mayo de 2000).

Ellos convirtieron la Plaza de Santa Ana  en el ágora del pueblo, el epicentro de la vida política del país, puesto que previamente ocupaba el barrio intramuros de San Felipe.

Correoso toma formalmente el poder como presidente del Estado Federal del Istmo en 1858, al morir el presidente Vicente Olarte Galindo,  en el periodo posterior a la reforma de la Constitución de Río Negro (1863),  que daba al istmo mayor autonomía frente al gobierno de Bogotá.

Pero, sostiene Villa, más que importante que llegar al poder fue cómo lo hizo.

Al morir el presidente Olarte, supuestamente envenenado, le sucedió de forma interina el político conservador Juan José Díaz.

Pero Correoso no iba a aceptar una imposición fraudulenta en este importante puesto y recorrió la ciudad puerta por puerta. «No fue a San Felipe, sino al arrabal de Santana, a Calidonia. Allí recoge firmas y cita a la población a un cabildo abierto el 5 de julio de 1868, en el que se  dicta un manifiesto en que exige que se acepte la voluntad del pueblo. Así toma por primera vez el poder del istmo y lo retiene por cuatro años», relata Villa.

En esta posición, la de mayor prestigio en el territorio istmeño, Correoso empieza a madurar como político. Si durante sus primeros años de vida pública su mentalidad era la del arrabal, con sus métodos violentos y en ocasiones cuestionables, como presidente del Estado Federal comprendió que para que hubiera paz en el istmo debía controlar el descontento de las clases populares y encauzar las fuerzas del país hacia la búsqueda del progreso. Así fue como empezó a mostrar sus dotes de estadista.

«Contrató a Justo Arosemena para que estructurara el Código Administrativo.  Nombró a grandes hombres en su gabinete: Mateo Iturralde, Juan Mendoza, Manuel José Hurtado».

Durante su periodo de gobierno  se hacen extraordinarios esfuerzos por el desarrollo de la educación pública: se crea la Dirección Nacional de Educación Pública;  se establece la primera biblioteca;  las primeras escuelas vocacionales en el interior del país; se fundan centros de estudio en San Felipe y Santa Ana; escuelas normales de señoritas; se otorgan las primeras becas del estado para hacer estudios universitarios. Estas financiaron los estudios de José A. Mendoza y Belisario Porras.

Correoso promulgó el Código Administrativo del Estado, la Ley Orgánica de Instrucción Pública. Fomentó la caficultura en las tierras chiricanas; dictó normas de saneamiento sobre el uso de las aguas servidas, la muerte de los animales y la vacunación, en momentos en que Santa Ana sufria de serios problemas de salud ocasionados por la falta de higiene.

«Cuando surgió una epidemia de viruela y la gente del arrabal, sumida como estaba en la ignorancia, se negaba a vacunarse, Correoso lideró un piquete de soldados que iba de casa en casa, convenciendo u obligando a vacunar», recuerda Villa.

Pero no todo fueron éxitos. Correoso también fue odiado y tuvo grandes enemigos, sobre todo entre los poderosos del país, que no le perdonaban la muerte del gobernador Santiago de la Guardia en 1862. De hecho, en su vida nunca faltó el drama y el teatro, los gestos grandiosos.

Tuvo que exiliarse en el año 1865, tras ser buscado por las autoridades para someterlo a un juicio por su participación en una serie de disturbios. Después de negociar una amnistía, regresó al istmo y desembarcó en la bahía de Panamá con 300 soldados. El pueblo del arrabal lo recibió como a un héroe victorioso.

En las semanas siguientes, a pesar de los acuerdos establecidos, el gobernador Gil Colunje incumple su palabra y lo envía a las mazmorras de las bóvedas, donde fue mantenido durante cuatro meses.

«Eran unas celdas terribles, húmedas, malolientes, por donde se colaba el agua de mar. Correoso enfermó y estuvo a punto de morir. Pero el pueblo intentó liberarlo a la fuerza en varias ocasiones. Hubo muertes. Por fin, temiendo mayores desordenes, Colunje lo libera».

«Es famosa la Marcha del Silencio que se hizo en esta ocasión en su honor,  y en la que Correoso fue llevado por las calles cargado hasta su casa en la Calle 13 de Santa Ana. Seis meses después era presidente».

Correoso se retira de la vida pública en el año de 1872, no sin antes haber garantizado la  sucesión presidencial, tras un proceso electoral intachable,  las primeras elecciones honestas del siglo XIX, tras las que entregó el cargo a su adversario, el General Gabriel Neyra

Murió en el año 1911, a los 80 años y su entierro fue multitudinario. En él hicieron uso de la palabra Eusebio A. Morales en representación del Partido Liberal, y el propio presidente de la República, el doctor Pablo Arosemena, quien había sido su adversario durante largos anos.

LA NOVELA 

En el libro Correoso, Arrabal Ardiente, Villa se centra en el romance entre una joven mestiza llamada Rosa y Renard, un  joven y ambicioso ingeniero  francés, que llega a Panamá como parte de la expedición de Armando Reclus, con el fin de escoger la ruta para la construcción de un canal a nivel a través del istmo.

A través de flashbacks y cambios de tiempo, Villa va presentando algunos de los  eventos más impactantes del Panamá de la época, la oleada migratoria, el suicidio de los chinos durante la construcción del ferrocarril, los esfuerzos y celos de la potencias por apropiarse del istmo para hacer el canal, el incidente de la Tajada de Sandía, el tránsito del Ferrocarril de Panamá, la próspera situación comercial de Colón o Aspinwall, que contrastaba con la pobreza en que vivía la mayoría de la población. Y también la llegada triunfante de Lesseps para dar inicio a sus esfuerzos de construcción de la via interoceánica.

El libro está a la venta en la Librería de Panamá Viejo y la Cultural Istmeña.

2 comentarios

  1. Un grande reconocimiento al senor Villa, seria bueno, de enviar a Paris algunos ejemplares! Merci: J. A. RICHARDS RODRIGUEZ ( Paris-Francia)

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