Justo Arosemena y José María Luna: unidos por el Incidente de la Tajada de Sandía

Los panameños estamos  familiarizados  con el “Incidente de la Tajada de Sandía”, relato que retrata el desencuentro entre el humilde vendedor de frutas  José Manuel Luna y el  viajero estadounidense Jack Oliver, cuando este se niega a pagar el valor de la mercancía ya consumida.  

El incidente ocurrido en el barrio de La Ciénaga el 15 de abril de 1856,  hace 162 años, desemboca en  una pelea de machetes y balazos, y posteriormente en una turba que destruye propiedades de ciudadanos estadounidenses en las ciudades de Panamá y Colón y causa la muerte de 16 viajeros.

El incidente, incluido en los currículos educativos de la escuela primaria,  forma parte de la narrativa que nos coloca como pueblo digno y valiente que se enfrenta a las ambiciosas potencias que intentan aprovecharse de nuestra posición geográfica.

Para muchos estadounidenses, se trata de una fábula, un incidente  sobre una fruta con un valor comercial de no más de diez centavos,  magnificada por la mentalidad exótica de los hispanos.

No es así para el doctor Aims McGuinness, profesor de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, para quien el hecho constituye un punto de inflexión a partir del cual la América Hispana lanza una nueva concepción de anti imperialismo,  a través del rescate de las ideas de Simón Bolívar.

McGuinness, especialista en temas de historia latinoamericana y autor del libro Path of Empire: Panama and the California Gold Rush (2008, actualmente en traducción al español), estuvo en Panamá invitado por el Comité Organizador para la conmemoración del Bicentenario del Nacimiento de don Justo Arosemena.

En una conferencia, dictada este viernes 13 de abril en la sala Fernando Guardia Jaén del Ministerio de Relaciones Exteriores, el historiador explicó la tesis que liga al humilde vendedor de frutas, oriundo de Parita, con el gran intelectual Justo Arosemena para situarlos como los héroes panameños que lanzan en conjunto un reto a los intentos imperialistas norteamericanos.

SITUACIÓN POLÍTICA GENERAL

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El docctor Aims McGuinness, acompañado del doctor Carlos Guevara Mann.

McGuiness se declara un enamorado de la historia del istmo desde niño. Todo comenzó cuando leía, en la biblioteca de su casa en Wisconsin, el libro de una tía abuela, Jenny White del Bal,  casada con un panameño, que relata sus vivencias en el interior del país en el siglo XIX. Años más tarde, como aspirante a un título de doctorado en historia, se decidió a ahondar sus estudios sobre el país, un recorrido que lo ha llevado a investigar y escribir sobre temas tan variados como la fiebre del oro y el personaje de María Pantalones Carter.

El profesor revela que el episodio de la Tajada de Sandía surge en momentos en que Panamá se encontraba en un periodo de efervescencia política. Apenas cuatro años antes se había abolido la esclavitud en Nueva Granada. Un año antes, en 1855, gracias a los esfuerzos de Justo Arosemena, Panamá había ganado un nuevo estatus como Estado Federal, que le otorgaba mayor autonomía y sufragio universal a los hombres, sin importar el nivel social, económico o el color de la piel.

José María Luna, explica McGuiness, formaba parte de esa “revolución política”. El pariteño era platero de profesión, una ocupación que le brindaba mayor prestigio que la venta de frutas, a la que se dedicaba al momento de su encuentro con Jack Oliver.

 “Es probable que Luna, como muchísimos otros, hubiera migrado a la ciudad de Panamá al comienzo de la fiebre del oro, a finales del 1848, cuando se da una explosión en la demanda de servicios de atención a los pasajeros”, dice el historiador.

Es también probable, dice, que los ingresos de Luna, como los de muchos otros, se hubieran deteriorado con la inauguración del Ferrocarril, en 1855, cuando los propietarios del «caballo de hierro» se aliaron con las compañías de vapores para reducir el tiempo de estadía de los viajeros en el Istmo. Mientras que antes los extranjeros pasaban hasta dos semanas en la zona de tránsito, pagando por servicios de transporte, de estadía, de alimentación, de lavado de la ropa,  ahora apenas si tenían tiempo de comprar un refresco o una comida a los comerciantes locales.

Pero, en medio de esta pérdida económica, los panameños se aferraban con orgullo a sus nuevos derechos políticos.

Uno de los hallazgos más fascinantes para McGuinness fue dar con el nombre de José Manuel Luna en un listado de votantes del Partido Liberal para las elecciones del Cabildo de Panamá, antes de 1856.

De esto se deduce que Luna formaba parte del grupo numeroso de arrabaleros que ejercían con orgullo su nueva condición de ciudadanos,  que elegían a sus gobernantes y para los que las cuestiones raciales o situación económica, ya no restaban estatus político ni dignidad ciudadana.

Para ellos, la altanería de los visitantes, unido a acontecimientos como la anexión por parte de Estados Unidos de gran parte del territorio mexicano (Tratado de Guadalupe Hidalgo, 1848), la invasión filibustera a Nicaragua, Costa Rica y Honduras (1855), el rumor de que estos llegarían al Istmo de Panamá y con ello la posible pérdida de derechos – en Estados Unidos todavía no se abolía la esclavitud- implicaban una grave amenaza.

ENFRENTAMIENTO

”Págueme lo que me debe y nos olvidamos de todo. Recuerde que no estamos en Estados Unidos sino en Panamá”, le dice Luna al altanero  Jack Oliver cuando este se niega a pagarle la tajada de sandía.

“Esta frase es muy significativa», asegura McGuinness. «Con ella se está implicando que ambos personajes se miden con dos juegos de valores distintos, el de aquí, y el de allá, y el de aquí implica que ni el mestizo ni el negro son menos que nadie”, dice

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JUSTO AROSEMENA

Además de la pérdida numerosa de vidas, el Incidente de la Tajada de Sandía provocó la destrucción de las propiedades de los comerciantes estadounidenses por lo que el Gobierno de Estados Unidos exigió a Nueva Granada el pago de una suma millonaria como compensación, lo que fue considerado por muchos panameños como una injusticia.

Pero la soberbia de los norteamericanos no quedó allí. Apenas días después del incidente, que en Estados Unidos se conoció como «la matanza de Panamá», el presidente Franklin Pierce reconoció oficialmente el gobierno que el filibustero William Walken había montado en Nicaragua en octubre del año anterior.

Allí es donde entra el gran  justo Arosemena, con su perspectiva de estadista, hombre de leyes, y político destacado, indica McGuinness.

‘Hace más de veinte años que el águila del norte dirige su vuelo hacia las regiones ecuatoriales. No contenta ya con haber pasado sobre una gran parte del territorio mexicano, lanza su atrevida mirada mucho más acá. Cuba y Nicaragua son, al parecer, sus presas del momento, para facilitar la usurpación de las comarcas intermedias, y consumar sus vastos planes de conquista un día no muy remoto’, declaró Justo Aroseena en  un artículo  escrito en el periódico «El Neogranadino», bajo el título de “La cuestión americana”.

Arosemena habla del peligro existente y llama a una unión de los países del sur del Río Grande. «Lo que les pasó a ellos nos esta pasando a nosotros», dice, y pide una resistencia hemisférica, utilizando el término de la «América Latina», un concepto relativamente nuevo al momento, porque en ese momento se hablaba principalmente de la «América Hispana».

Las ideas de Simón Bolívar, su congreso Anfictiónico en Panamá, su visión amplia de unidad política de las repúblicas de ascendencia española no habían podido ser implementadas en la práctica. Ahora se hablaba de retomar la herencia conjunta, pero no basada en la decadente España, sino en el concepto de la «república romana».

«No es que la idea de América Latina nazca en al arrabal santanero», advierte el historiador, pero, dice, «este está presente como actor político, y con ello, descartamos la idea de que son solo los pensadores, los intelectuales, la  élite,  quienes impulsan y hacen vibrar a la «ciudad letrada». Con el episodio de la tajada de sandía vemos la participación de los grupos populares, de los cuales José Manuel Luna es el representante».

Ver:

La llegada del fantasma: la retirada de William Walker por Panamá y las raíces del imperialismo estadounidense en América Latina

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